Luego de mis reflexiones que hice después de leer el artícuo NEOLUJO, tan simples, filosofía barata, y como la vida está compuesta de reflexiones permanentes no pudo menos que salirme al paso el cuadernillo que guardo y ostento, respecto de lo que todos los chicos y chicas tienen derecho.
Entonces la reflexión suprema es qué pasa con
* Tener un nombre, una nacionalidad, una cultura, una lengua de origen y una orientación sexual.
* La integridad, la intimidad, la privacidad y a la autonomía de valores, ideas o creencias.
* Ser respetados y a que sus opiniones sean tenidas en cuenta en cualquier ámbito donde estén involucrados sus derechos e intereses.
* La atención integra gratuita de su salud.
* La libre expresión y participación.
* La educac gratuita y a la igualdad en las condiciones de acceso y permanencia.
* La dignidad, a ser protegidos contra la forma de abuso y explotación y contra cualquier trato violento, humillante o intimidatorio.
* Vivir con su familia y ser cuidados por ambos padres, por su familia ampliada o por aquellas personas a las que adhieran afectivamente.
* Ser defendidos gratuitamente por un abogado si tienen problemas legales.
* Crecer, desarrollarse y gozar plenamente de sus derechos, libres de toda forma de discriminación social, económica, étnica, política o de sexo.
Y es entonces que mis reflexiones pasan por la realidad. releo el artículo que me impactó por sus exactitudes y por lo irrisorio y me pregunto una y mil veces, ¿cuántas veces se cumplirán más de uno de los derechos de los niños?
Me sucede igual cuando trato de imaginar qué cantidad de los que se dicen religiosos de uno u otro credo obnedecen o cumplen con sus preceptos.
Es como el temita del Neolujo. ¿Cuántos millones danzan en el aire para satisfacer vanidades superfluas y "el que tiene su estómago lleno no piensa en el que no come".
Me detuve a trascribir ese artículo, porque en mi situación de mediopelo en total descenso y sabiendo que " siempre hay un escalón más abajo", no llegará jamás el día en que se pueda decir o hablar en nombre de la igualdad, tampoco el de la justicia, menos el de la solidaridad.
Me estoy poniendo pesada y puede pensarse que me creo la hermana Teresa de Calcuta. Y no es así. Sólo que hay determinadas actitudes(palabra de un tema de mi amiga la escritora Mercedes Sáenz), que jamás van a dar vuelta el rumbo.
Quizá sea éste el motivo que, apenas esbozo de escritora, no pueda yo, sin rencores, sin hipocresías, cantar en poemas, la belleza de la vida, que a fin de cuentas, no pedimos tener.
