“Per mí si va ne la cittá dolente,
Per mí si va ne’l eterno dolore
Per mi si va tra la perduta gente”...y trato de entender...
Giustizia mosse il mio alto fattore
Fecelmi la divina protestate”
Dante. Dante Alighieri, autor, me entero (buscando y revolviendo libros) que has escrito tu Comedia en dialecto toscano, no en el italiano de los siglos XI y XII de donde éste provenía.
Dante, entrás al Purgatorio con Virgilio a quien admirás pues reconocés en él al numen de la Sabiduría y la Poesía. Vos, Virgilio no, porque para pasar al Paraíso, tenés que subir los escalones como lo hace Dante. Y a los paganos como vos, Virgilio, no se les permite la entrada al Paraíso. ¡Pobre Dante! Te cuesta ascender esa montaña escalonada, pero sabés que en cada escalón se redime un pecado y te conformás, porque viene en tu ayuda tu ángel y al eximirte, en cada uno, te llenás de alegría.
Allí te encontrás con los adúlteros Paolo y Francesca, y Publio Papinio Estacio, y Catón. Hay infinidad de castigados, como los envidiosos, los traidores.
En la cumbre está Eunoe, la fuente y si bebés, olvidarás las cosas malas pasadas y sólo te acordarás de las buenas.
Un sudor me envuelve. El fuego del Infierno me dio calor.- ¿Sí? …¿Mamá me llamás? Es para cenar y tiene en su mano el librito de mi Primera Comunión que heredé de la familia de mi padre. Sé que perteneció a Bea o a Tito, pero no tengo la certeza de a cuál de ellos. ¿Por qué mamá lo tendrá en sus manos hoy? Hacía años que no lo veía, desde que tomé la primera comunión.
Voy, mamá. Me levanto de mi sillón preferido y desganada me ubico frente al tapiz,” que es un gobelino”. Dante y Beatriz me miran desde allí. ¡Qué linda es ella! Virgilio no está.
Huelo un olorcillo acre, amargo. Me parece que a mamá se le quema en el horno el bizcochuelo de chocolate.
Por la mañana me saco un uno en Matemáticas. ¡Me quiero morir! Ya en casa, en el almuerzo, después de contar mi fracaso con esa materia que odio tanto, ubicada en mi lugar habitual… ¿Mamá cambió de lugar el gobelino?: lo tengo a mis espaldas. Siento que me clavan los ojos, además no soporto el olor del bizcochuelo quemado, penetrante. Esto hace que vaya a cobijarme en mi reducto. Sí, mami, ¿podrías pedirles a las chicas que no me molesten aunque sólo fuera por un rato?, luego termino el mapa. Me faltan marcar los picos más altos de la Cordillera. Me cansan los mapas, los orográficos y los hidrográficos. En cambio los de División Política no tanto. Allá vooooy….El sillón rojo me ampara nuevamente como en un abrazo. Cierro los ojos.
Hay un Dios y a su lado la bella Beatrice. Dante, te encontrás con tu amada, tu Beatrice, la Fe, la Teología, con su rostro de niña ¡tan cercana a Dios! Es la luz eterna, la mujer angelical, dadora de felicidad, luz eterna. ¡Maravillosa Beatrice! Se conjuga con Dante para acompañarlo en el recorrido de su vida.
¡Bella Beatrice! Venís de padecer ultrajes e ignominias y tratás de explicarle a tu Dante las causas por las que perdió su fe y con su templanza, la que le atribuís, consiguen unirse con la esperanza de que sea duradero. Dante, mirás a Dios y caés desmayado. Vos, la Bella, lo reanimás, has logrado tu cometido. Él cree en tu fidelidad y ambos entran en el Paraíso. En los tres mundos de Dante con las siete virtudes teologales.
Dante no está desmayado. ¿Estoy en la biblioteca o en el comedor?
Dante desde el gobelino me observa reclinado sobre Beatrice que coloca una mano en su pecho y la otra, delicada, candorosamente, descansa en una silla.
¿Qué veo? La tía Bea sale, se desprende del gobelino, viene hacia mí ¡y detrás el tío Tito! En mi sorpresa, dejo caer el libro. De sus páginas se desliza un sobre amarillento que no sé por qué hasta ahora no había visto. Lo abro y leo casi sin poder evitarlo una carta en la que Tito confiesa su desesperado amor a su hermana, Bea.
Ahora comprendo por qué a mi madre nunca le gustó el gobelino. En él se ocultan años de historia familiar, de desprecios, secretos vergonzantes, verdades que “deben” esconderse porque lastiman… Ahora comprendo.
Mamá trae una taza de chocolate humeante con el consabido bizcochuelo, esta vez sin quemar y yo me pongo de pie y recito
“Amor, ch` nullo amato
Mi prese del costil pracer si forte
Che come vedi, ancor no m´ abandona”
Mamá con la taza en la mano no entiende mi estado de abstracción
”Eleva tu agradecida mente a Dios, que nos ha transportado a la 1ª estrella”” El Paraíso “(canto II)
2 comentarios:
Querida Sonia este texto es impresionante! Lo leí tres veces.La historia que surge a partir de ese sillón, la vida, el símbolo de cultura, la relación de familia, los roles, Ese Dante tan bien puesto! Me pareció un lujo. Hacía dos dias que no entraba a tu blog y me encuentro con esta agradable belleza.Gracias Un abrazo. Merci
Sigo recorriendo su sitio y debo decirle que a mi pobre juicio, su historia tan rica y descriptiva me gustó. No soy un crítico y como usted, escribo con todo el sentimiento posible, tratando de reflejar lo que me conmueve.
Publicar un comentario