lunes, 30 de abril de 2007


30 AÑOS 30.000
MADRES - TODAS - Unas y otras. A la búsqueda. A la espera.
Porque todavía esperamos todos aquellos a quienes la violencia, venga de donde viniere (y si es desde El Estado, más), nos hiere, no perdonamos el horror, la herejía, cometidos a las mentes y los cuerpos indefensos.
¡Ay de aquél que ha incurrido en atropellos a quienes han pensado diferente. La conciencia no les permitirá descansar jamás. Porque ella es tutora que prevalece, que no permite vivir en paz!
Esa conciencia los hostigará de por vida y "siempre". Tan "siempre", como esperamos aparición con vida de los detenidos desaparecidos y bregamos X la Memoria X la Verdad y X la Justicia.

jueves, 26 de abril de 2007







IYERO. ESTE RELATO NO TIENE NADA QUE VER CON TUS NÚMEROS. TAMPOCO CON TU ESTILO, QUIZÁS TE RESULTE ALGO MÁS DIVERTIDO QUE LA " CUESTIÓN DE DIVORCIO". ÉSTA ES UNA


CUESTIÓN DE NÚMEROS
El mencionado individuo estacionó un día en la esquina de la calle 6, entre la 43 y 45. La casa quedaba un poco alejada de la Villa Marítima de Mar de Ajó, pero no era tan incómodo el lugar ya que podía dejar el coche estacionado sin temor a un choque o un robo. Esa tarde traía un kilo de masas para festejar. Eran 80 años ¡pavada! ¿no?¡ qué numero! ¡80! Al bajar, luego de cerrar las ventanillas convenientemente, intentó espiar desde la calle, pero ella no estaba a la vista. Tocó el timbre y Pilar, la encargada, lo atendió como siempre, con su cara de hipócrita con un esbozo de afabilidad. Igual nunca le creyó el indisimulado y desconfiado brillo de sus penetrantes ojos y el rictus de sus labios amargos ¿alguien gozaría al besar esos mármoles minerales alguna vez? ¡Había que animarse! Al saludarla sacó a relucir su mejor artillería (poco le costaba). Un - hola, ¿cómo está la diosa? y listo. Después un hola Betty y otro para Clara. Se fue derecho a la habitación, como todas las tardes a la hora de la visita. La encontró sentada, esperándolo. Un beso y las preguntas cotidianas, repetidas en el mismo orden y tono.
- Hola vieja.
- Hola hijo.
- ¿Dormiste bien anoche?
- Sí, pero apenas un poco.
- ¿Te duele algo?
- Y, ¿qué te voy a decir? Me duele todo el cuerpo. Hoy tardaste. Creí que no venías.
- Vieja ¿cuándo no vine? Vengo todos los días. ¿Te dieron los remedios?
- Sí, ¿y los chicos y la Norma? Hace mucho que no vienen.
- Te mandan muchos besos.
El único cambio en la conversación se basaba en la excusa del día, ante la ausencia reiterada de la Norma y los chicos....el colegio...los deberes...la Norma tiene que hacer...venía el del televisor...
Sacaba de la galera en cada oportunidad un motivo nuevo, pero remanido. Le sucedía luego que al llevarla hasta el comedor para el té, unas veces en la silla de ruedas, otras en que intentaba que diera unos pasos para llegar hasta la mesa venían los saludos a unas y otros. Eso no le costaba. Le gustaba. Pareciera que lo sacaba de la conversación acostumbrada con su madre.
Fatal fue la noche en que le avisaron que la señora Edelmira estaba muy descompuesta. Se levantó de la cama en un santiamén, serían las 2 de la madrugada y sin dar explicación a su mujer sacó el coche del garage y voló hasta Siglo XXI ( así se llamaba el geriátrico en que doña Edelmira vivía hacía 5 años y en los que Pedro no faltara un solo día).
Esa noche doña Edelmira murió y sin ver a su hijo.
Pasada una semana del triste episodio, Pedro volvió al Siglo XXI como lo hiciera durante los cinco años en que su madre lo habitó. Recibió las condolencias del caso de las que intentaron dárselas, Y se fue con la promesa de volver. Y así lo hizo. Cada día volvía como si doña Edelmira lo esperara, diariamente. Entraba y el saludo era particular a cada uno y siempre con una palabrita amable y un cuchicheo.
La semana pasada lo encontré justo al estacionar su coche y después de un abrazo, le pregunté si venía a ver a su mamá. Hacía como 2 años que no lo veía.
- No viejo, me respondió. Mamá murió hace dos años.
- Eh, Pedro ¿tenés a otro internado aquí?
- No. Vengo a levantar unas jugaditas. Hace 7 años que los abuelos del Siglo XXI me juegan todos los días un numerito. ¡Hay que rebuscárselas, viejo! Y entró cantando...Corrientes 348....segundo piso ascensor....
Verdaderamente el hombre era todo un personaje.

domingo, 22 de abril de 2007


La visita
Cenizas en los ceniceros”. Unas raídas flores con su toque triste. Ventanas grandes y puertas numeradas. Pasó, saludó. Se detuvo con un apretón de manos y preguntó quién era yo. El otro se incomodó. Fui lacónica. La tía, dije. Usted es muy simpática. Sonrió. Confundida atiné ¿le parece? Replicó, ¿es la hermana de la mamá? Asentí con la cabeza. Él siguió, “su hermana es muy inteligente”. Lo miré más. Tendría ¿35? ¿40? No ubiqué su edad. Nunca supe calcular edades. Se entabló un ágil y amable diálogo. Recuerdo que salió el nombre de Borges. Nombró él a Sábato y yo a Lorca. Indagó: ¿lee mucho? Me animé, algo; al decir de Borges, es más fácil escribir que leer. Yo trato de escribir. Curioso, probó ¿qué escribe? a mí me apasiona leer. Avergonzada le tiré relatos, poemas. Soy una advenediza. Iteró, ¿es muy obvio lo que escribe? Me turbó. No, dio en el clavo. Dicen que mis finales son abiertos, imprevistos. ¿La volveré a ver? Claro que sí. Me pareció jurar ante una mesa examinadora. Con los ojos fijos se despidió con un “me gustaría leer algo suyo”. Me fui con un beso de él, su apretón de manos y yo con un le enviaré “Un rojo alucinante”. Bajé las escaleras con la mano en el hombro de mi sobrino querido, nos fundimos en un abrazo y crucé la calle sola, llorando.
Volví mi cabeza repetidamente hacia el Hospital Neuropsiquiátrico Borda, dejándolos. .

viernes, 20 de abril de 2007


EL REGRESO

Después de tanto tiempo estoy viajando hacia la capital. Me siento inquieta. Hay algo raro en mi cuerpo, bueno, al pensar que regreso después de veintitrés años, es posible justificarlo. En el bolsillo llevo mínimas cosas, poca ropa y unas fotos. El micro se mueve suavemente. Medio adormilada, miro a mi alrededor. Está lleno. De pronto, “los ojos”. Un montón de imágenes me invaden. El Nacional, mi hermano Carlos y Juanfra a la salida para comer una porción de pizza. El negocio, los viejos, “la negra”, Sarita…
Se para el micro y busco un alfajor y los chocolates que mis compañeras de la escuela de Bragado me regalaron para el trayecto. No saben a qué voy a Buenos Aires y yo tampoco. Este viaje siempre lo tuve en un rinconcito, pero nunca claro y me decidí.
Me dije siempre – algún día me animo y vuelvo. Y hoy estoy en el micro que todavía está parado.
Aparecen otra vez las imágenes como de costumbre, muy mezcladas…un chico cuyo nombre nunca recuerdo y que me presenta al grupo; Juanfra, del que me enamoro perdidamente…Juanfra, pelo negro, ojos fuertes, manos suaves. Juanfra que me acompaña en todo momento, también ese día.
El micro arranca y otra vez los ojos…
Estoy pasando por varios pueblos… ¡Cuánta gente por todos lados! ¿Dónde estarán? Nunca supe de la vida de nadie ¡También! Me enterré en Bragado y gracias a “la negra que me consiguió el puesto allí.
Ahora sola, sentada al lado de un desconocido, me doy cuenta que en Bragado jamás hice amistad ni relación con alguien que no fueran los chicos de la escuela, las madres con sus preguntas de siempre y los diálogos tan puntuales y precisos con la Directora.
Sola, sola de soledad, vuelvo a mezclar las cosas…la corrida en La Plaza, el escondite en el baño del Nacional, Juanfra que no está, como los demás, pero los llevo conmigo. Fuera de mis viejos, de él tengo una sola…ahora los gritos, el piso frío, el dolor, el dolor que se repite cuantas veces ellos quieren, el silencio. Ahora otra vez los ojos. Siempre los ojos.
En las noches, en esa hora en la que más me faltan ellos, esos viejos de oro y los otros los que jamás llegarán a viejos y eran tan jóvenes y Carlos y Juanfra, están, están allí, los veo, pero lo que nunca faltan son los ojos. Porque yo, debajo de la capucha siempre los vi. Me las ingeniaba a pesar de alcanzara ver nada más que esos ojos redondos, exaltados, sin pestañas. ¡Los vi tantas veces! Tuve audacia y tiempo para espiarlos… ¿Y la voz? En una ocasión la oí, una sola vez. Una única terrible vez, pero estoy segura de que si la volviera a escuchar la reconocería. Socarrona, jactanciosa…ya no tengo ganas de comer los chocolates ni el alfajor. Cuando paso la película el pánico se apodera de mí, este pánico que me recluyó en ese pueblo de donde hasta hoy no salí.
Es extraño que mis compañeras a pesar de mi distancia con ellas me hayan instado a tomar estas vacaciones ¿les daré lástima?
Me repregunto a qué voy a Buenos aires. La autopista. Estoy llegando. Por fin Retiro. Nada parecido a como era hace veintitrés años. Mi vecino desconocido tarda en levantarse para tomar sus bultos y me quedo última para bajar.
Justo al poner el pie en el primer escalón, se me cae la bufanda. Me doy vuelta y me agacho para agarrarla. Levanto la cabeza…y…ahí…ahí los ojos se clavan en los míos… y la voz, la voz. - Señorita, la bufanda ...
Tropiezo mareada. Camino como totalmente embriagada. Subo a un taxi y le pido que me lleve al domicilio de las Madres de Plaza de Mayo.

jueves, 19 de abril de 2007


Hablar de Quequén, playa argentina privilegiada por su extensión, su magnificencia, es al mismo tiempo decir que fue etapa hermosa para muchos y unos cuántos. Esos cuantos que se reunían de mañana en el cruce de una esquina rocosa y polvorienta, que eran tres. Tres padres cada uno con su característica bien personal y diferente, con un par de hijos cada uno, también disímiles en edades. Esta circunstancia que al correr del tiempo, se empareja, busca sus caminos y por suerte alguna vez vuelve a reunirlos. No importa el tiempo ni las causalidades. Para el buen recuerdo no existe el tiempo. En mi retina están dos adolescentes, ella hermosa como una ninfa y él amable como un efebo. De Quequén es la pareja de hermanos que más recuerdo. Aunque el trato no haya sido intenso, mas fue provechoso y...recordable. Y oh, maravilla, del efebo, recibo una semblanza que me enternece y le agradezco con todo mi corazón, (¿reblandecimiento de la edad?).No importa. Asumo. Gracias, esposo, padre, Amigo.

miércoles, 18 de abril de 2007

Ésta fue la primera poesía a la que me atreví. Y justamente fue apadrinada por mi nieta, muy chiquita ella, que la atrapó y me hizo quererla. La presenté en un certamen y tuve una pequeña satisfacción ya que se editó. Mi nieta Malena, con su opinión fue el aliento que necesitaba para seguir escribiendo y así volcar en palabras escritas, mis sentimientos. Algo más para agradecer la presencia de la infancia y su influencia en los mayores.

ÉL

Sus ojos son negros
tan negros que lastiman.
Sus manitas paspadas por el frío.
Sus mejillas coloradas y ásperas.

¡Ah! esos pelos cortitos desparejos
cortados a cuchillo.
El cuerpo chiquitito.
Los pies están descalzos.

¡Cómo quisiera abrazarte
niño que no conozco!
¡Cómo quisiera besarte
cobijarte entibiarte!

Igual te conozco.
Te veo en cualquier esquina.
Pero ese pudor ineficaz
hace que no haga lo que debo.

martes, 17 de abril de 2007

Este cuento es un poquitín largo. Uf! Pero está dedicado a una hermosísima criatura amiga mía. Lástima grande que yo le lleve tantos años, pues si no fuera así, podríamos jugar a muchas cosas. Mi gran amiga se llama Camila y nuestra amistad nació el día en que la operaron de apendicitis con un gran éxito y muchos regalos de quienes tanto la aman: mami, papi, la abu, el abu, la tía Marian y por supuesto la NONA.


LAS AMIGAS
Camy nació en una casa muy grande, de numerosas habitaciones, con un jardín con profusas flores, que cuidaba con mucho esmero, Estela, su mamá y las traía a su pedido, Eduardo, su papá. Los papás de Camy habían esperado su nacimiento con tales ansias, que no pasaba un día en que conversaran sobre ello...y qué nombre le pondremos...y cómo pintaremos su habitación...y mira el conejito hermoso que he traído... y era todo placer en la espera de la beba. En especial la tía Marian, que era soltera, no tenía sobrinos y esperaba la hora en que la niña llegara.
Camy creció entre mimos y caricias y estuvo a upa de toda la familia, especialmente de los tíos y los abuelos, como casi todos los chicos. Cuando empezó a gatear parecía verdaderamente un gatito y a todos les causaba mucha gracia, pues era medio regordeta y con mejillas sonrosadas.
Caminó por primera vez justo el día del cumpleaños del abu, en medio de una reunión entre muchos invitados y eso fue un regalo especial para el abuelo, porque la gateadora recién cumplía los nueve meses, considerando que era tan pequeña.
De muy bebita balbuceó las primeras sílabas y al año emitía bastantes palabras, en forma graciosa y bien pronunciadas, lo que daba placer oírla.Todos la querían porque era muy simpática, especialmente cuando sonreía y se hacían hoyuelos en su carita, pero Camy tenía sus ojos marrones y brillantes, tristes.
A los tres años se la veía muy retraída. No tenía con quién jugar, aunque su mamá le compraba muñecas y su papá al volver del trabajo le daba besos, mimos y no faltaba el día en que le contara un cuento. La tía Marian, en su segundo cumpleaños, le regaló un vestido celeste con flores y un sombrerito que hacía juego y al ponérselo le dijeron que le quedaba espléndido. Entre besos, caricias y festejos, en medio de la fiesta, contenta con los regalos recibidos fue corriendo a mirarse al espejo grande de su mamá. En el espejo se encontró con una nena que la miraba. Sorprendida porque no la conocía, acercó su naricita, muy pegadita al espejo para verla mejor. Le gustó la nena del espejo y con un - ¡ hola! ¿ cómo te llamás?, se presentó. Ante el silencio de la otra nena, volvió a hablarle. – Ah, ya sé, tu nombre es Flor. Flor, te dejo, me voy a apagar las velitas. A partir de ese día, Camy iba más de una vez a visitar a Flor, le daba un beso por saludo a su amiga del espejo que la aguardaba allí y le contaba en sus pláticas todo lo que le pasaba. Especialmente el día que tuvo fiebre y debieron llamar al doctor que la atendía desde chiquita y que dado el caso le había recetado un jarabe que era feo pero la estaba mejorando
El año en que la anotaron en el Jardín de Infantes, todas las tardes al regreso, visitaba a su amiguita y la ponía al tanto de las novedades... que había muchas chicas y chicos como ellas...que le gustaba jugar con ellas, que Estefanía saltaba a la cuerda, que Ezequiel le había pegado y la había hecho llorar y Estefanía lo había empujado por malo, pero que no se intranquilizara pues ella seguía siendo su gran amiga y ninguna era tan buena como ella. Cuando su mamá le cambiaba la ropa acudía a Flor para mostrársela y comprobar que vestían iguales, poniéndose las dos muy contentas.
Camy siguió con sus diálogos diarios con su amiga del espejo hasta que su mamá se percató de estas conversaciones que se le habían pasado por alto. Creía que su hija se paraba seguido frente a su espejo porque era más grande que el de su habitación y como era muy coqueta, se veía de cuerpo entero y le gustaba contemplarse. No obstante le preguntó el por qué de tanto acudir para mirarse y tantas veces. Ella guardó silencio y mamá Estela no le dio importancia. En otra oportunidad en que la retó debido a una pequeña travesura, (había comido más de un chupetín y lo tenía prohibido para el cuidado de sus dientes) Camy corrió a lo de su amiga llorando para contarle lo sucedido.
Tenía cinco años, casi seis y la amistad con su amiga del espejo continuaba. Hasta aquella tarde en que Estela la encontró llorando desconsolada, le preguntó qué hacía frente al espejo y ella le refirió que su amiga la escuchaba y la comprendía, pero que muchas veces no le contestaba. Estela trató de entender lo que su hija le decía, pero realmente pensó que a su nena le estaba pasando algo raro, que quizás estuviera enferma y veía cosas que no existían. Esa noche tuvo una charla con el papá. Después de la conversación decidieron consultar con el doctor.
A la mañana siguiente la mamá volvió a encontrar a su hijita frente al espejo, se enojó, la riñó y le dijo duramente que en el espejo no había ninguna niña y por más que llorara entristecida, la retiró del brazo en forma muy brusca. Preocupados, los papás tornaron a hablar con el doctor y llegaron a la conclusión de que la situación no era tan terrible y que era muy seguro que todo se debiera a la espera del hermanito o hermanito que ansiaban, no llegaba y seguro el tema también afectara a su hija.
Cerca de las fiestas de fin de año, sus papás, Estela y Eduardo, tuvieron la certeza del nacimiento de una hermanita, que sería en cercanos meses. Es así que la pequeña, contentísima volvió a contarle a su amiguita del espejo la buena nueva y todos los días le refería las novedades, las compras que hacía con su mamá, el cuarto que arreglaba el papá, el nombre que le pondrían. Hasta que llegó el feliz acontecimiento que fue eso, todo un acontecimiento y por demás fastuoso, en especial cuando Camila pudo tener en sus brazos a Martina y fue a mostrarle la hermanita a su amiga. Se apuró caminando, más, corrió hacia el espejo con Martina en sus pequeños brazos y encontró a Flor con una beba igual que la suya.Cuentan sus papás, que Camila les contó que cuando sus “hermanitas” nacieron, las amigas se despidieron con un beso, amigablemente como lo hacían siempre, porque Flor tenía que viajar por un tiempo y posiblemente tardarían en verse.
Parece que es cierto que Flor debía viajar porque ya no visita más a Camy.

lunes, 16 de abril de 2007


HOY ES UN DÍA

Hoy es un día para recapacitar. Es además de todos los otros días que componen la estructura de este universo en el que nos ha tocado vivir, cualquiera sea la creencia existencial, religiosa, política, futbolera, vacacional, cualquiera, el momento en que podríamos hacer un algo de introspección e indagar mínimamente en qué es lo que mueve a la humanidad para ensañarse tanto con el "otro". Satisfacernos todos con nombrar el "poder", es como decir "Dios ayudará". Así es muy pero muy fácil. Así, es quitarnos responsabilidades. Total, no soy yo. Sí. Soy yo y somos todos.l Quizás nos convendría pensar un poco más, para bien de cada uno y el de los que amamos, el de los que no amamos, el de los que conocemos, el de los que desconocemos y hasta ignoramos, que habitan ¿? en un lugar bien lejos de nuestras miradas y apetencias. Pensar .
Quizás si prestamos un poco de atención al recuerdo vergonzoso del Holocausto judío, del armenio, la muerte oprobiosa de los caídos en Nuestras Malvinas, la opresión actual de las colonias, del exterminio total de la población americana en manos de piratas, que aún hoy lo siguen siendo, quizás hoy nos demos cuenta que dentro nuestro hay un dictador. Un dictador de grandes ambiciones o quizás uno más pequeño que somete con desdibujada actitud a aquéllos con quienes conviven (convivimos). Portación de cara, color, apellido, nacionalidad, oficio, lugar que se ocupa donde se trabaja, se cobran y pagan con desprecio, humillación y despojo.
Quizás hoy con este recuerdo puntual, no nos conformemos sólo con el recuerdo y judíos, negros, perucas, bolitas, todos los rotulados sean tratados de forma tals de no olvidar que un pedacito de esta tierra nos pertenece a todos por igual y que es preciso acallar la vergüenza no con armas, sino con el hermoso poder de la palabra y la tolerancia. TRISTE DÍA Y TRISTES TODOS LOS DÍAS EN EL QUE MUEREN TANTOS NIÑOS, MUJERS HOMRES, HERMANOS DE HAMBRE FRÍO Y POR ARMAS

Cosas de divorcio
¿Cosas que pasan, no?

Pasada la tormenta no sabía qué hacer con el piloto celeste que me quedaba largo y cada tanto tropezaba con él. Tampoco podía moverme ágil porque se me había ocurrido ponerme un par de botas que me quedaban chicas. Todo era incomodidad. Con el cabello pegado a mi cabeza parecía un pato mojado ya que el paraguas se me dio vuelta en medio del chaparrón. Me preguntaba cómo terminaría mi día. Faltaban horas todavía. Iba a encontrarme con el secretario de Ricardo, mi fiel amigo y abogado que llevaba mi divorcio. No podía recordar su nombre. ¿José Luis, ¿ Juan Ignacio? no, no Compuesto sí, pero no. Me pareció oír que Ricardo lo llamaba Juan Francisco. Entré a la confitería buscándolo con los ojos de un vistazo y lo vi, medio oculto tras una columna, con una enorme maceta adelante... ahí estaba el “Panchito”. Mientras iba hacia él lo reconocí, pues casi no lo registraba. Ricardo me lo presentó en el estudio y fue muy corto el encuentro... bueno...tan mal no pintaba. Rápidamente recordé de aquella presentación, su sonrisa. Le di la mano, me senté, lo miré, nos miramos.
Por suerte debajo del piloto tenía el trajecito rosa a rayas que hacía juego con la blusa fucsia. Las botas, debajo de la mesa no se veían.
¿Por qué Ricardo me mandó su secretario para finiquitar el tema de los alimentos de mi divorcio, cuando era una cosa bien personal?
El tema era ríspido, delicado y hubiera preferido hablarlo directamente con él y Aníbal. Bueno, Aníbal. Aníbal no sabía ni él lo que quería hacer.
- ¿Hablamos de lo suyo, me dijo, o le cuento algo de mí? Se quiso hacer el simpático y me resultó ridículo y algo presuntuoso. ¿Por qué la pregunta tan infantil, fuera de todo contexto para un tema tan serio? Ya me hartaba hablar de mí y menos supondría este personaje que con semejante tarde y mi inquietud íbamos a conversar sobre él. Se lo dije claramente. En el momento me arrepentí, porque era evidente que quería hacer más fácil la entrevista ya que no nos habíamos tratado antes. Pero ni se inmutó. Pensé, este tipo es medio caradura. A ver con qué sale ahora... y salió.
Me invitó al cine.
Todavía estoy esperando el final de mi divorcio, que no termina nunca, los alimentos, que no me pasa Aníbal para Lily que ya tiene catorce años y estoy viajando bastante bronceada, por el Caribe, con ella, con Juanfran, “el simpático secretario de Ricardo” y nuestro hijo Federico que hoy cumple cuatro años.

sábado, 14 de abril de 2007



MIMÍ
La miro de reojo Es hermosa, grácil, diría, felina. Hace movimientos solamente delicados. Parece a la espera. ¿De qué? ¿Qué aguardará? No sé. Me mira fijo y no puedo soportar su mirada. Insiste en clavarme los ojos. Debe habérmela mandado el mismísimo Satanás. ¿Existe Satanás? No creo, aunque tuve varios encuentros con él, muy bien disfrazado. Pero esta vez es diferente. (Sentado en el sillón me hundo más y más). Esto nunca me pasó.
Me intima con sus ojos azules clavándomelos de tal manera que me asustan y estoy transpirando un sudor frío, pegajoso que me acomete, me baña. ¡Qué incómodo estoy! ¿Qué habré hecho para que me mire así? ¿Tanto le disgusto?
La abogada tarda y cada minuto que pasa mi ropa se va empapando cada vez más. Parezco un trapo húmedo, (me palpo para constatar).
Ella sigue inmutable pero no me muevo. ¿La espío? ¿ Dónde está la puerta para irme porque empiezo a trastornarme? No puedo creer que esta circunstancia me pase. Me desequilibra. Ahora me asemejo a un monigote. ¡Payasín! ¡Hola! ¡Aquí estoy! ¡Vengan a ver el payaso!
Una puerta acabo de descubrir. Oigo ruidos allí. ( giro mi cabeza). Vienen ruidos.
¡Ah! ¿¡Giramos la cabeza las dos al mismo tiempo ¡? La muy descarada. ¡Atrevida!
Los minutos de espera se me hacen insoportables.
(Por fin, de la puerta de los ruidos aparece la doctora Varela. Debo mirarla como si se sumara a otro fantasma).
¿Cómo, doctora? ¿Usted se acerca y con la finura que la caracteriza pone su mano en mi hombro y me dice -le gusta Mimí?
¡ Pues no me gusta doctora!, aunque sea una hermosa, preciosa, carísima gatita persa que ayer se la hayan regalado.

viernes, 13 de abril de 2007

DE ZAPATOS… Le sentaban bien los negros, también los blancos. Los negros eran de taco chino, los blancos, tacos aguja. Distintos, opuestos. Diferentes. Le gustaban los dos.

El vendedor esperaba su decisión, al principio., distraído. En realidad no tenía ganas. Además no interpretaba el gusto de su clienta, mas bien, no le interesaba.
Marga se miraba frente al espejo.
Se miraba y cada tanto un poco a los zapatos, calzados uno, el negro en un pie y en el otro, el blanco.Se hacía la hora del cierre y ella, pasaba de su pelo a una pestaña que entró en su ojo y cada tanto bajaba la vista a los calzados.¡Justo me viene a tocar a mí esta mujer!¿Por qué no se define de una buena vez?, se preguntó Mauricio.
Y se decidió. – Envíeme los dos pares, Riglos 450, ya le abono.Lo hizo y se fue.Veleidosa, se dijo Mauricio. Veleidosa e imperante.
Marga recibió el bolso con las cajas de zapatos al día siguiente.
No supo qué hacer cuando de las dos cajas salieron innumerables ratas asquerosa que corrían velozmente por el departamento.

miércoles, 11 de abril de 2007

MEDIODÍA

Calentaba el sol la arena dorada. El mar golpeaba como nunca. Entre los médanos un cuerpo de sirena se confundía con el matiz de los mil tonos de beige. Ni se movió, quería observarla sin ser visto, ¡ qué placer!.
Ella también estaba inmóvil. Al tiempo se dio vuelta y se acomodó los anteojos.
Pasó un largo momento en esa contemplación que embellecía el mediodía.
Era la perfecta conjunción. Ese cuerpo de mujer le suscitaba recuerdos, olores de otrora y soledades.
Una ola envolvente, embravecida, salida de los acantilados, arreció.
No atinó a moverse, ni aún cuando la mujer fue llevada hacia adentro, a la inmensidad, tragada por el azul profundo.
Sólo corrió para alcanzar un par de muletas que el mar devolvió.

martes, 10 de abril de 2007

PEGARLE A UN MAESTRO


Y leí el artículo de Mex Urtzberea, en el diario La Nación del día viernes 6 de abril de 2007...
Y es completo, perfecto, sencillo...Y me quedé con el último párrafo:

Sepan,conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza:
los maestros son sagrados.
Mex Urtizberea


A los maestros no se les pega

lunes, 9 de abril de 2007

El Gobelino




Ell gobelino se adueñó de las casas en que viví. No era querido por mi madre ya que venía de Barcelona, cuna de mis abuelos paternos y cuando supe que eran Dante y Beatrice me encerré en la biblioteca familiar para leer La Comedia. A medida que leía, asociaba el nombre de Beatrice con mi tía Beatriz y me adentraba más en el libro y descubría seducción, amor, traición, con ayuda de mi Sopena. Y cada día volvía al texto que me era tan caro y difícil para mi poca experiencia literaria. Me repetía, previa costosa traducción, insistente,” por mí se va a la ciudad doliente, por mí se va al eternal tormento, por mí se va tras la maldita gente”...y trataba de entender. Si Dante se había despedido de Virgilio, numen de La Sabiduría y La Poesía en La Divina Comedia de Alighieri, para luego encontrarse con Beatrice, su amada, la Fe, La Teología, ella, tan cercana a Dios, oh maravilla, esta Beatriz, la tía mía, se conjugaba con Ernesto ( Dante en mi soñar), para acompañarla en el recorrido de su vida. Beatriz venía de padecer, ( oído tras las puertas), ultrajes e ignominias y Ernesto, orfandad, abandono. Beatriz trató de explicarle a su Dante ( Ernesto ) las causas en que perdió su fe y con templanza, la de él, consiguieron unirse con la esperanza de que fuera duradero. Supuse, aún adulta, que Beatriz lograría su cometido. Que Ernesto – Dante, creería en su fidelidad, entrarían ambos en el Paraíso Dantesco. Mezclé lo real con la sobrenaturalidad, superpuestos los tres mundos de Dante con las siete virtudes teologales de las que tuve conocimiento cuando mi madre me instó a tomar la Primera Comunión. La tarde que encontraron a Beatriz muerta en medio de un charco de sangre recordé ”Eleva tu agradecida mente a Dios, que nos ha transportado a la 1ª estrella (canto II). Inspirado en” El Paraíso

CADENCIA


Camina por la calle, negro, de un negro total.
Azabaches sus ojos, mojados por el brillo natural de su innata hermosura.
Su cabeza apolínea de rulos apretados que relucen pegados a ella,
apoyada en un cuello largo fino musculoso.
La cadencia al andar como espléndida gacela atraviesa la calle,
Despertando la mirada admirada del que mira extasiado
a un felino en pleno danzar.
¿De dónde viene esa gracia total que lo hace especial?
¿De dónde viene esa espléndida figura que lo hace particular?
Posiblemente allá en las negruras, haya aprendido esa forma
de ir por la vida derrochando su estirpe y su arrogancia.
Su historia larga, negra, lo hace diferente.
Su vida castigada es un arma letal para los que la oscura negrura
es un mal inútil que se puede tolerar.

domingo, 8 de abril de 2007

8 de abril


8 de abril. Día de recuerdos. Día de no olvidos. De recuerdos para mí. De no olvidos para mí.
Por eso escribí hace unos días este texto:


El hombre que está sólo y espera

¡Creer! ¡He ahí toda la magia de la vida! decía Scalabrini Ortiz en” El hombre que está sólo y espera “cuando se refería a la idiosincrasia del porteño del centro de Buenos Aires. Y él era el prototipo.
Era un triste. Pelo y bigote castaños. Labios muy finos. Ojos de terciopelo color miel bordeados con doble hilera de pestañas bien negras.
Su adolescencia y juventud ¡maravillosas! Era el benjamín de su padre, un apuesto catalán fumador de toscanos.
En las noches, de vuelta de la trasnochada, vacíos los bolsillos dispuestos para los amigos, saltaba la pared (se olvidaba siempre la llave), acariciaba a su bulldog Chinchoruso para que no hiciera bulla y entraba de puntillas.
Sí. Era un triste. Un melancólico. Pasaron muchos años para que yo escuchara de su boca, muy bajito, con la mirada hacia allá, el infinito – nadie sabe cómo es criarse sin madre.
Yo, que lo creía tan feliz con su pasado opulento, sus veladas de ópera, las mucamas para todo, su trayectoria deportiva exitosa. Yo, que lo veía orgulloso mas no celoso, de su mujer, mi madre. No celoso.
¡No! ¡Cela quien desconfía! Yo, que percibía su satisfacción cuando nos traía la cena a la cama en las noches de invierno, a los tres gurrumines con la consabida barra de chocolate.
- ¡A ver! ¡A ver quien tarda más en comerla! ¡Pequeños! Yo, que lo sabía sensato por no aceptar soberbias demagógicas.
Yo, que entendía su seguimiento a las ideas y no a las figuras del poder.
Yo, que pensaba que su silbido…era el aire de un porteño enfrentando la jornada.
Yo, que no lo escuché lo suficiente. Yo, que no le di un beso la última mañana de su vida cuando salió a comprar su damajuana de vino.

Desespero.


Cuentan los vecinos que salió descalza,
sus pelos revueltos, el alma enlutada,
con lutos de miedo, terror enfundado
en telones grises, mantos del horror.
Dejó la estancia temiendo a la muerte
que yacía en la cama muy blanca y muy yerta.
Lo quiso entregado y sufrió su desgracia;
padeció su sangre esparcida en gotas.
Lo quiso ver vivo, lo quiso devuelto
al amor de los dos.
Terminó el acto, terminó la vida.
Cuentan los vecinos que nunca volvió.

martes, 3 de abril de 2007

Luna Llena Abril 2007


Es luna llena de abril de 2007, estoy en Buenos Aires y hoy comienzo una nueva etapa, tengo un Blog personal para publicar mi producción literaria.