viernes, 26 de octubre de 2007

EL GORDO

En el trayecto, el tren, con su ruido acompasado, rompe el silencio que yo necesito tanto para poder penetrar en el recóndito lugar de mi furia y mi desvelo. Juego con las monedas del bolsillo de mi único saco,” el último de los mohicanos” e inmediatamente salgo de la locura y pienso si Juanfra me esperará en Retiro y cómo estará. Me lo prometió en la carta en que acordamos día y hora. Domingo 8, ¿no?. A las siete. Siete y media llega el tren. Qué poco falta.¿Me reconocerá Juanfra. Yo sí. Cómo no voy a acordarme del “gordo Juanfra” , el “gordo”, así se le ubicaba, como si fuera el único gordo en todo Goya.
Empezó a bajar el bolso del estante, se sacudió las miguitas del sandwiche que le habían quedado encima de la ropa y volvió a acomodarse
Falta media hora. Ya me fui...por fin salí...ya no aguantaba más. Me llevo lo que vi y sentí alrededor mío; lástima por todas partes. Cómo explicar mi relación con Delfina. Mi amor por Delfina.¿ Me habría amado? Delfina. Con sus ojos de terciopelo, Delfina cimbreante, junco mecido por el viento, Delfina amorosa, amante voraz buscando ganar siempre la partida...para qué recordar.... Delfina, su figura, su cuerpo desnudo al trasluz, única en incomparable desnudez.
Lo de Delfina, mi “delfín”, (¿alguna vez fue mi delfín?), su impiedad, su crueldad impronta, cayó sobre mí como ráfaga helada, como mazazo traidor. Ahí, en la tibieza del cuarto poblado de caricias y dulzuras : no va más, Ernie, no va más. Y me quedé parado, mirándola, desconociéndola, con sus manos de hada convertidas en garras, en la cintura, más linda que nunca, terrible, otra, fuerte como un huracán.- ¿Y yo?, le dije espantado, ¿y yo qué? - Y bueno, Ernie, te vas y chau. - ¿Te vas y chau? ¿ chau a mí?. Chau. ¿y mi amor? ¿Nuestro amor. Chau ?...del que sólo viví, por y para ella, corriendo tras ella, trabajando dos turnos para poder pagar las clases de teatro y canto porque quería ser estrella?Chau, te vas, a mí. Mejor no pienso más. Basta. Ojalá el gordo esté en Retiro.
Ya no tengo ganas de ver al gordo en Retiro, porque sé que inmediatamente voy a hablar de ella y cuando deje al gordo y esté con algún otro, también voy a hablar de ella. ¿Cómo hago?
¿Cuál es la forma de desaparecer de este maldito infierno en el que no veo más que a Delfina, sus ojos, sus manos y escucho su voz seca, fuerte, determinando...chau te vas ?
Voy a su encuentro igual. Y el encuentro con el gordo me cambia la vida. No me dio tiempo a nada. No estaba solo, venía con una chica joven, lindita, baja, menuda, que se colgó de mi cuello diciéndome ¿así que vos sos el gran Ernie? El gordo me tiene harta con vos. La miré, la medí y pensé si sabría toda mi historia. Otra que se va a compadecer de mí. No le voy a dar lugar.
Así, con el cansancio y la cara que traía, Juanfra empezó... ¿tenés hambre? Tampoco me dio tiempo a contestarle y ya estábamos sentados en un restorán de Corrientes, en el Bajo. No dejó de hablar.

Sé que estudiaba abogacía cuando se fue de Goya, mientras yo empezaba arquitectura en Corrientes.
Me recibí, ya lo sabés. Tengo un estudio acá cerca, en Lavalle y Uruguay. Esta piba, está conmigo en el estudio, es una luz. Se notaba la ligereza de Leli.
Comimos. El gordo se comió todo, mientras la chica y yo lo mirábamos comer y hablar. Al salir del restorán me tiró un : pará, Ernie, ya tengo todo arreglado. Alberto quiere que compartas el departamento con él, está a dos cuadras de acá y aparte te quiere con él pa
ra trabajar.
Este gordo, me dije, es el monumento a la solidaridad..
Alberto es buen tipo. No es gordo como “el gordo “, pero sí fenomenal tal cual él. Estoy trabajando en su compañía, con él. Hago bocetos y proyectos con Nelson, el socio y parece que le gusta mi forma de trabajar. Lucía, la secretaria, como todas las secretarias, nos saca las papas del fuego y como Alberto está poco, la sociedad funciona con nosotros tres.
Del “gordo” sé poco, nos ponemos al tanto por teléfono en lo que va de este año y medio que arranqué en Buenos Aires. De cualquier forma, los días se me hacen fáciles, con tanto trabajo, pero las noches, ah, las noches no descansan con mis elucubraciones.
El “gordo”, nena, es el artífice de mi felicidad. Se convirtió, desde su aparente lejanía, en mi “pater noster “. Te trajo a mí y soy el hombre más feliz del mundo.
Desde la ventana de Sarmiento y Carlos Pellegrini, te veo jugar con la nena y eso es lo más maravilloso de ésta, mi vida, que alguna vez fue un infierno y hoy es un paraíso. Lo demás, está todo en la unidad sellada de mis recuerdos, en el olvido total.
Esta noche cenaremos, como casi siempre en el restorán. Aquél en que cené por primera vez con el “gordo”, “gordo divino, hacedor de milagros. Seguro que estarás tan linda como siempre.
Ya te dije una vez, Delfina, que el gordo me había cambiado la vida.

miércoles, 24 de octubre de 2007

LA CENA

Detesto comer sola. Me da la pauta de la verdadera soledad. Pero casi siempre es así. Como en soledad, dialogo, monologo con lo servido en el plato y con el sorbo del vino tinto de la copa de cristal parecida a las que quedaron del juego de mamá..
En la otra mesa, el de los ojos negros, sólo como yo, me mira de soslayo, como yo. Al instante está parado frente a mí con intención de sentarse y compartir la cena. Y compartimos. Un boliche con música estridente, una conversación deliciosa que termina en mi departamento, algo inusual en mi estilo y mis formas.
Nunca tuve un encuentro tan acelerado. Jamás lo hubiera pensado.
Pero me gusta, me atrae, me parece que es ÉL.
Sí Él. El hombre que pocas noches después me encerró en el baño y desvalijó mi casa.
Vuelvo a mis cenas solitarias.

martes, 23 de octubre de 2007

AMNADLA ¡OH ! ¡LIBERTAD!

Juega con la cucharita revolviendo el café que se enfría. Lo hace como si fuera un lápiz que dibuja con mano suave trazos inexistentes, delicados, cristales transparentes, sueños invisibles. Todo en ella es sutileza.La ve de espaldas y se encanta con ese pelo largo sedoso negro, la cabeza inclinada hacia delante. Pasa a su lado y ve un rostro armónico, albercas profundas, rutilantes, muy oscuras. Se sienta en la mesa de enfrente y no puede apartar la vista de la muchacha de pelo negro. Acostumbrado a su estilo lúdico, su imaginación comienza su trabajo obsesivo, ella está enamorada, se le nota. Tiene la vista fija en ese pocillo insignificante. No se distrae. ¿ A ver sus pies? Parecen de bailarina. Seguro estudia en el Colón, no, en el Rojas. No tiene el estilo rígido de las bailarinas clásicas... es joven, él argumenta mientras no deja de observarla.La chica del pelo largo, que no es bailarina, no se ha dado cuenta que está siendo objeto de una retahíla de exámenes presuntivos. No sabe que hay quien quiere entrar en su historia. Esa historia en la que no desea y no permite penetrar. Ella revuelve ese café que no sabe por qué se está transformando en intomable, que se ha enfriado y además está amargo. Amargo... amargo fue Luis en el curso de Ética. Ya iban varias clases que la esquivaba. Justo a ella. ¿Ya olvidó tan pronto todo su apoyo? pero Luis demuestra que es así, consentido, recibe y no da. Es cuestión de dejarlo de lado.Ahora revolotean a su alrededor otras historias. Diego con su novia tan agresiva; Celeste y su pareja, que no encuentran dónde vivir, Esther distanciada de sus hijos. ¡Esta cabeza que no descansa! ¡ con todo lo que me sucede siempre tratando de resolver problemas ajenos. Además no puedo dejar de pensar en él. jamás le demostraría algo que le hiciera sospechar mis sentimientos. ¿ se notarán?.

Mientras él está al frente de la clase en medio de un absoluto silencio, todos saborean sus palabras. Moscas no vuelan. Flechas van hacia este personaje que me desvela. Pelo cortito, traje al descuido, manos aladas cortando el espacio y mi respiración. No fija la mirada casi nunca. Una vez me miró (piensa en un pestañeo) y mil campanas tañeron y rayos cortantes, relámpagos de colores y centellas me deslumbraron. Eso me produjo su vista fija en la mía en un solo instante.La muchacha de pelo negro vive absorta, pendiente de los movimientos de este hombre cautivante. Después de encontrarse con Celeste para darle la dirección de una compañera que asiente facilitarle una habitación, a los dos días tiene que dar un final con él. Y logra un 10 en Lógica. 10 logrado a fuerza de estudio, sacrificio y su afán de quedar bien ante el coloso. Con este final termina la carrera. Exactamente él le da el diploma y con él se saca la foto. No se da cuenta que la observa, mira su pelo, su vista va a sus pies, la contempla atentamente, se queda pensando y en ese instante lo llaman de Secretaría interrumpiéndolo.
Por supuesto Amandla entiende que ha terminado todo contacto pues es muy probable que siendo oriunda del interior del país, es casi seguro que busque trabajo, cursos o seminarios un poco más cerca de su familia... Justamente por su recibimiento le regalan el pasaje a San Pedro para pasar unos días en la granja de sus tíos. Prepara su mochila con lo sucinto (pocas mudas ya que se quedará poco tiempo) y Rayuela, para releerla.

En la estación, con su escueto bagaje y su soledad espera el micro. En cuanto se acomoda trata de leer y no puede. Su cabeza está en el momento aquél de la foto con él, se propone no olvidar de retirarla. No puede ni quiere pensar en otra cosa. ¡es tan agradable recordar que le puso la mano en el hombro!.
A su lado se sienta un hombre del cual ve una campera y un libro. Al segundo un hola, ¿ adónde vas? Al mirarlo cree ver visiones, es parecido a él. - ¡Hola! ¡Hola! - ¿cómo te llamás ?
¡Cuánto apuro por preguntar! pero ¡esa gran condescendencia suya! - mi nombre es Amandla y voy a San Pedro.
- ¿A San Pedro?
- Allí tienen una granja mis tíos. Y el hombre de la campera y el libro en un tris agrega, yo voy a encontrarme con mi hermano, un solo, ¿viste esos tipos solitarios que le andan huyendo a las mujeres? Además es profesor en la Universidad y vive rodeado de chicas. Con mi estilo yo no podría. Yo soy lo que se dice un mujeriego. Él está esperando a la princesa de los cuentos de hadas, a la mujer de su vida que venga a rescatarlo de su soledad, porque está convencido de que lo rescatará la mujer perfecta, que estudie, conozca de las obligaciones de la casa, pero sobre todo, ah, el romanticismo. Sin un libro de por medio, ni sueños, no concibe enamorarse.
Se acomoda para dormir. Ya que el inoportuno termina su charla, saca de la mochila, Rayuela.
En San Pedro, todo bien. Los tíos, sus dos primos. A la tercera mañana de dulces sueños, despierta como siempre pensando en la foto. La tía Beli la espera regularmente con el desayuno, bien gringo; pan casero, mermelada de naranjas de su cosecha y dulce de leche, e cosa habitual en ella, interesándose de todos los pormenores de sus estudios y la alegría de su recibimiento.

- Ami, están palmeando, ¿podés atender y hacer entrar al vecino? Es un profesor de Buenos Aires que quizás te distraiga un poco. Nosotros nos hicimos un algo chúcaros.

Amandla al intentar abrir la puerta tropieza y cae en los brazos del divino profesor de Psicología.

viernes, 19 de octubre de 2007

TODO SIGUE



Materia usable materia descartable.
Papiro deshecho esparcido en el viento.
Semillas muertas, residuos grises
esparcidos en el aire.
Cenizas brunas extintas ennegrecen tu cuerpo.
¡Ay del coloso diáfano! ¡Ay esos intrusos rascacielos!
¡Ay energía y alegrías complacientes!
Vacía estás, mujer carbón,
pletórica mentira.
Tu espacio otrora lleno de delirios vanos
es umbrosa oquedad sombría.
Tus alas amplias, tiernas
caen de continuo yertas por el tiempo
en el descarne de tu hambre
y el cansancio oprobioso
de la infame supervivencia.
Mas todo sigue

TODO SIGUE


Materia usable materia descartable.

Papiro deshecho esparcido en el viento.

Semillas muertas, residuos grises

esparcidos en el aire.

Cenizas brunas extintas ennegrecen tu cuerpo.

¡Ay del coloso diáfano! ¡Ay esos intrusos rascacielos!

¡Ay energía y alegrías complacientes!

Vacía estás, mujer carbón,

pletórica mentira.

Tu espacio otrora lleno de delirios vanos

es umbrosa oquedad sombría.

Tus alas amplias, tiernas

caen de continuo yertas por el tiempo

en el descarne de tu hambre

y el cansancio oprobioso

de la infame supervivencia.

Mas todo sigue

jueves, 18 de octubre de 2007

UN MINUTO

Montaba un caballo sin color,

Enfrentando al viento con su pelo,

los labios pálidos, marmóreos,

en un rictus rudo.

No sé si su ropa era negra,

verde o gris.

Sólo sé que fantasmal

transitaba la tenebrosa inmensidad.

Se alejaba, iba lejos

y de repente volvía,

me acometía, me espantaba

continuamente.

Duró un lapso, no sé cuánto,

quizás sólo un minuto.

Sé que esa noche no dormí.

martes, 16 de octubre de 2007

COMO SI NADA


La tarde parecía apacible hasta que se largó el aguacero.
¿Qué es lo que tiene la lluvia que me incomoda tanto? ¿Que me enoja, que me siento un pato con el cabello pegado a la cabeza y al cuello? ¿O posiblemente los pies que se empapan y chapoteo como un perro Labrador en plena caza? El tema es que comenzó a llover y cada vez más fuerte y yo sin paraguas, ni piloto. Lluvia de verano ¿por qué no intempestiva e impredecible? Sí. En Buenos Aires llueve cuando menos se le espera. Entré a una galería llena de gente que en pocos minutos desapareció y en un segundo me quedé sola. Sola. Total y llanamente sola. Busqué la salida rápidamente mas las puertas estaban atrancadas. Deambulé por varios corredores y nadie. Absolutamente la soledad. Los negocios habían cerrado como por arte de magia y de seres vivientes, nada.¿Cómo hacer? Tomar el ascensor y buscar al personal de la galería. Ah, el ascensor funcionaba. Subí hasta la terraza y bajé a la planta baja como en un tour.
Al alcanzar la puerta de calle, pegué “mi ñata junto al vidrio”, como en el tango y todo oscuro estaba frente de mí. ¿Y ahora qué?
Me encontró la mañana llorando y riendo en medio de un gentío que pasaba a mi lado como si nada.
¿Quién soy? ¿Quién era?...Tal vez fue una pesadilla.




LAS CARTAS QUE ME ROBARON

Mil sueños
en mil cartas que soñé.
Todas las robaste,
ya no están,
sin ellas me quedé.
Sin cartas y sin sueños.

domingo, 14 de octubre de 2007

HACE FRÍO, ROXANA

Hace frío y se arrebuja en su abrigo costoso y confortable.

Van varias noches que no sale y ésta se ha decidido.

¿Por qué no? ¿Acaso tengo compromiso alguno?

En el caso de que me arrepienta de haber salido con esta garúa finita, vuelvo y listo.

Veré una película, tomaré un wisky, vaso chico, mucho hielo y a lo de siempre.

Total nada ha cambiado desde que Juan y ella…

Retorno a los mismos pensamientos. No puedo dejar de hacerlo. Juanjo.

Juanjo. El amor de mi vida y ella, mi ruina ¿o fue él? ¿Cómo no vi?
Siempre con las carpetas, las notas, los problemas de los alumnos.
No me daba el tiempo.
¿No me hacía el tiempo?

Yo en las escuelas. Juanjo en la empresa. Hasta que ella llegó. De lejos.

Llegó la prima extranjera, la prima huérfana.

Ella y Juanjo, los que se fueron y me dejaron sola.

Sola con mi soledad. Ya sin aulas, sin amigos.

Acá estoy. La calle, a pesar del frío está concurrida.

Desde la mesa de la confitería, miro pasar…alegres, apurados,

cariñosos, juntos, solos, solas. Y la veo.

Flacucha, esmirriada, ojos de Auswichtz. Entra. Me deja la estampita.

Vuelve. La siento a mi lado a pesar de la cara del mozo.

¿Cómo te llamás? ¿Roxana dijiste? ¿No tenés frío? ¡Hace frío! Vamos.

Pago. Nos vamos.

Han pasado 10 años y Roxana terminó el secundario.

La estoy esperando para almorzar.

jueves, 11 de octubre de 2007

TODO BLANCO TODO NEGRO

Alba Mery, trencitas negras, ojos grandes, vivía encerrada en su habitación todo lo que podía, no fuera cosa que “el maldito” la encontrase. “El maldito” siempre estaba. Poco trabajaba y tenía constantemente un olor como de alcohol, ése, de quemar. Su cabecita no podía entender cómo “mamá” aguantaba que la golpeara tan fuerte. Un día a “mamá” le salió sangre de la boca y una noche la llevó la ambulancia y estaba muy triste. Alba Mery estaba muy asustada. Tenía ocho años.
Le tenía miedo a ese hombre, tanto, que una mañana muy temprano, silenciosamente, encendió dos velas y arrodillándose juró y perjuró que jamás se casaría. Cuando él se le acercaba le invadía el terror, sólo veía la corbata negra delante de sus ojos y después todo negro, negro, en profunda oscuridad y un dolor le partía el cuerpo en dos.
Un día al maldito se lo llevaron en un cajón marrón a un lugar que le dijeron se llamaba cementerio. -¿Está muerto?, preguntó y “mamá”, su “mamá” no le contestó, se fue a un hospital adonde nunca la llevaron para verla y no la vio más. La tía Monona se hizo cargo de ella y un día le preguntó qué pensaba estudiar cuando terminara la primaria.
La tía Monona no era mala. Sólo que cuando le quería hacer un mimo ella se metía en la cama, se tapaba toda y acariciaba la fotografía de su mami a la que le había recortado la cara de él. La tía decía, a esta chica le pasa algo más, cómo puede ser que sea tan arisca, quizás cuando estudie algo que le interese, cambiará. Y la inscribió en la Escuela de Bellas Artes, por su cuenta.
El silencio reinaba en las paredes blancas y los muebles negros del departamento. Sinfonía en blanco y negro, pensó al echar una primera ojeada. Había entrado con la llave que le pareció podría servirle entre las del manojo herrumbrado, luego de probar con otras, una con forma de escudo medieval, que movió a izquierda y derecha y no era; probó con otra apaisada que parecía mirarla con un ojo, seco, como de soslayo, que tampoco abrió hasta que lo logró con una mas chiquita, como de un cofre recién salido del fondo del océano. Mientras abría se le ocurrió - ¿y si estaba entrando a un abismal océano, donde la vida es diferente, murmurosa, de aleteadas suaves con extensiones acariciantes?, no, éste no era el océano profundo. Era el departamento de Alba Mery, pintora extravagante, se decía, de vanguardia, amiga de su hermano Agustín. Agustín le había pedido prestado a la pintora el departamento, porque ella, la Chiqui, llegaba de Mercedes, San Luis, para la competencia de Gimnasia que se hacía en el Club Argentinos Juniors, en la Capital Federal, como todos los años. Al entrar, dejó el bolso en el suelo y se dispuso a examinar.
Aparte del atelier al que apenas le echó un vistazo, porque la pintura no le interesaba, se dijo que podía estar bueno, total, por dos días...Un living comedor dormitorio todo en uno, con una poltrona como cama, mullida, justo para sumergirse en largas y plácidas y deseadas horas, medio la conformó. Almohadones no faltaban, los había por todos lados, siempre en blanco y negro. La división con la cocina consistía en una verja de hierro negro. Pegando un gritito, la Chiqui dijo ¡Alcatraz! Pero la pasó varias veces, se acostumbró a ella y se olvidó del Alcatraz del confín del mundo. Le quedaba ver el baño. Cuando se asomó, todo brillaba...en negro y blanco otra vez. Una gran bañera con patas, antigua, enorme, como para vivir adentro; un espejo “fumé” en blanco y negro abarcaba toda una pared. Ese espejo la asustó, viéndose sombreada ennegrecida y se sumaba, desde un ángulo, vigilante, un botellón blanco con girasoles negros -¿habrá girasoles negros?. Bueno, esta chica para concordar vestirá siempre de negro...
Pero las máscaras la dejaron atónita, no por ser máscaras,¿quién no las vio alguna vez?¡ Horribles! Las más horribles nauseabundas que se pudieran imaginar en algún horrendo pestilente petrificado lugar. Menos la pared del espejo, en las otras de ese baño, una profusión de máscaras ocupaban el espacio tenebroso. Negras, con los huecos de los ojos tremendamente grandes, redondos, con bocas abiertas hasta los extremos, bordeadas de blanco marmóreo; y blancas con los huecos de los ojos gigantes, apaisados, de bocas con muecas espantosas remarcadas en negro total.
- ¿Quién puede usar este baño?, esto es una locura, aquí no entro más.
Y los dos días con sus noches que estuvo en Buenos Aires utilizó el lugar sólo para dejar su bolso. Para lo demás ocupó las instalaciones del Club donde se realizaba la competencia.
Antes de viajar de vuelta a San Luis, dejó una esquela, nobleza obligada, sobre la mesa del living comedor dormitorio agradeciendo el hospedaje ( ? ) y para adentro susurró: chau,“ Dominó “, me voy de esta ultratumba.
Alba Mery no era ni pintora ni extravagante ni de vanguardia. Estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de la calle La Porteña, en Floresta, y habiendo visto una máscara en una revista de pintura, se le ocurrió calcarla y pintarla en cantidad en las paredes de su baño. Jugó a pintar en blanco y negro con pinceladas arrebatadas como el pampero cuando sopla fuerte y su baño quedó rotulado por sus compañeros de primer año como pintura de vanguardia,
En Bellas Artes los chicos aprovechaban todo lo que se podía aprender. Agustín se perfilaba bueno por su perspectiva y su gran capacidad para captar colores. Le atrapaba el Barroco, el Renacimiento y algo el abstracto. En cambio, Alba Mery, hacía sociales y así le iba. Puchos, noviazgos, novelones de televisión. Agustín, en tanto, pensaba qué lastimosa era la diferencia que existía con él, luchando, lejos de su casa, con la plata contada, mientras otros perdían el tiempo inútilmente.
La noche que Alba Mery festejó su cumpleaños en su departamento a Agustín le pasó lo que a su hermana. Se dijo que su compañera estaba loca.
AA pesar de ello con el correr de los días se lo vio frecuentarla por los pasillos de la escuela. Salían a caminar, a comer algo, conversando siempre con compartida meticulosa atención.
Cuando Chiqui volvió al año siguiente para la nueva competencia, se le ocurrió pasar por lo de Alba Mery, por curiosidad y por dejarle una nota de saludo. Le preguntó al portero si podía subir para pasarla por debajo de la puerta. Éste, un petiso de lentes oscuros que tapaban sus ojos de insecto vigilante (era otro), la miró y desde su abulia, sacó sus llaves y abrió la puerta. Entró, como había entrado hacía un año, pero esta vez con escalofríos sudorosos, pasando por su retina la blancura y negrura de aquel baño, todo en un clic. Ya dejaba la nota sobre la mesa del living cocina comedor dormitorio cuando a su inquietud se le sumó un olor nauseabundo que venía del baño. Se asomó agarrada de la mano del portero que no entendía nada..
.En la bañera, Agustín, con una máscara negra y Alba Mery (¿era ella?) con una blanca, yacían desangrados.
La Policía se hizo cargo de la investigación. Ni Chiqui ni los compañeros de Bellas Artes supieron jamás del por qué de la determinación tomada...
Eso sí, el día del entierro Chiqui se vistió de negro.

CERRÓ LOS OJOS












Le dijeron que cerrara los ojos.

Obedeció, se entregó. A regañadientes se entregó.

Maldita costumbre suya la de obedecer finalmente.

La de la orden tenía hermosos ojos negros. Si quedaba con la imagen de esos ojos azabaches, sería posible pasarla mejor. Debió quedarse dormido porque soñó y con la dueña de los azabaches. Le pareció que lo acariciaba y también que lo abrazaba. Estaba lindo el sueño. Porque seguro era que soñaba ¿o no? En un momento los ojos negros hablaron. - Te portaste bien muchacho. La herida era profunda. Te salvaste. Lástima que el otro murió. Le diste justo en el pecho Ahora descansá...

miércoles, 10 de octubre de 2007
















La crueldad se viste de edad.




10 años - Una sonrisa, mezcla de ternura, tristeza, alegríay asombro.
75 años - Una cárcel con dos barrotes y piernas inmóviles.

10 años - Una torta, las velitas y risas dudosas provocadas.
75 años – Una mirada perdida que no ve la luz de las 10 velitas

10 años – Un niño que cumple años y crece y sueña con regalos.
75 años - Un abuelo que se va y no se sabe si sabe.

Lenta o presurosa, la edad va hacia delante. Es, se multiplica y sigue su incierto camino.
La edad se ha vestido de crueldad.

Perlas


Mi collar es de perlas misteriosas,
tienen todas un recóndito motivo.

Cuentas algunas que prefiero no mirar
por inhumanas,
otras que me acarician blandamente.
El roce arcano de una con otra
parece apretar mi cuello
que por débil y nulo
no sabe defenderse de la anilla

que aprieta despiadada.
En el silencio de suave noche,
una me agoró
que yo sería feliz
eternamente,
pero otra, cruel y bárbara
me ordenó que sufriera
en forma permanente.

Conservo mi collar de perlas,
pero no alrededor de mi
cuello frágil,
no sea que una noche,de improviso
en su disenso,
yo pierda mi conciencia.

martes, 9 de octubre de 2007

ME PREGUNTO

Mil tentáculos me atrapan.
Olores de incienso agrio maloliente encadenados, me rodean,
se muestran amistosos,
mas percibo la intención aviesa
de apretar mi cuerpo a tal extremo
y no puedo extender mis brazos al vacío
ni siquiera emitir sonido alguno.
Me pregunto en noche como ésta
en que el cielo se desploma
en el sur de Buenos Aires
con manto pegajoso oscuro,
telón que moja mi cuerpo indefenso,
por qué me abandonaste.
El sonido de la música dejó de acompañarme,
la sonrisa banal de mi boca ardiente
escapó en tiempo progresivo.
¿Cómo es la risa? me pregunto,

¿caparazón de desechos marinos
convirtió a la tersura de mi piel?
¿y las ganas de bailar los sones de la vida
girando hasta caer
dejó de ser?
Queda la rebelión del no que
es bastante
y no alcanza a retroceder en el tiempo y el espacio.
Soles y lunas no brillan como otrora
pero hay algo en el fondo del tonel de las Danaides.
Permanece oculto en las sombras tras los muros,
el deseo de bailar soñando y junto a mí, abrazada,
a esta otra loca bailando.

domingo, 7 de octubre de 2007

LA CHALINA DE ISADORA




Cuello inquieto
envuelto en seda
quédate, no te muevas.
¿No ves que la anilla
pretende lastimarte?
¿No ves que el aura cruel
aprieta más y más?
Cuello tierno,
has sido lastimado
junto a la dueña del
espacio
con alas en los pies

NO NECESITA

Calienta el sol la arena dorada. El mar golpea como nunca. Entre los médanos un cuerpo de sirena se confunde con el matiz de los mil tonos de beige. Ni se mueve. Quiere observarla sin ser visto,¡qué placer! Ella también está inmóvil. Al tiempo se da vuelta y acomoda los anteojos. Pasa un momento largo en esa contemplación que embellece el mediodía.
Es la perfecta conjunción. Ese cuerpo de mujer le suscita recuerdos, olores de otrora y soledades. No necesita el poder de la palabra para su goce.
Una ola envolvente, embravecida, surge de los acantilados, arrecia.
No atina a moverse, ni aún cuando la mujer es llevada hacia adentro, a la inmensidad, tragada por el azul profundo.
Sólo corre cuando un pequeño, salido de los médanos le grita, para alcanzar un par de muletas que el mar devuelve.

sábado, 6 de octubre de 2007


ESTÁS

Con el roce de tu mano sobre mi cabeza

y tu beso en mi frente estás

Con el roce de tu mano sobre mi cabeza

y tu beso en mi frente

hoy vuelvo a ser una niña

en la ácida oscuridad

RECUERDOS EN SEPIA

Papeles viejos amarillos, época arcana.
Tinta esfumada, perfiles modestos.
Una foto, un carnet,
un pimpollo muerto desde el tiempo.
Atrás,
en el mutismo de un romance silenciado
en el arcón de los olvidos.
Algo que pudo ser
y terminó
antes que la flor se marchitara
y el aire irrespirable respirara.
Todo ya fue, pero,
en su arcón de los recuerdos
guarda el olor de los cuerpos encendidos
de pasión y desenfreno.


PACTO DE AMOR

¿Por qué no vuelve
a tus ojos profundos y agrandados
el brillo y fulgor
que te da el arrebato del amor,
y
a la hilera de tus dientes
no retornan las carcajadas de tu boca
que por felices hieren otros oídos?
¡Si de tu cuerpo emanara nuevamente
el halo del ave en plena caza
que ondula con sabiduría
con el ritmo frenético
nacido en tus entrañas!
¡Ah!
Si volvieras a ser la diosa del Olimpo
y retornaras a ser feliz, mujer,
y dejaras atrás la voz monótona sin tono
un instante
y abandonaras
ese decir empobrecido,
mil brazos querrán cobijarte,
aunque no te permitas
pactar con la felicidad
que está aguardándote.

viernes, 5 de octubre de 2007


FINAL
El ala del sombrero
da sombra a su cara.
Pisadas suaves
de perfecta imperfección
besan las hojas otoñales
mientras el sol termina
su juego inagotable.
Persianas se abren y cierran
ocultando olores y caricias
llegadas con la noche.
Toca a la puerta,
las voces se entremezclan
con pasos presurosos.
Toca a la puerta y entra.
Las luces apagadas,
el murmullo al desnudo
desencadena el final.


jueves, 4 de octubre de 2007





SENTIMIENTO
Yo iba buscando un café donde recalar y encontré un club, de ésos de barrio, allá por Villa Urquiza. No había mesa alguna. Estaba sólo, tomando un café y le pedí la silla y me senté frente a un hombre, que peinaba canas y tenía cara de nostalgioso. Y ahí nomás vino la catarata de palabras, que me hicieron escucharlo con atención.
Él había vivido en la calle Turín, al 3.000 en Parque Chas, un pasaje paralelo a Avenida de Los Incas. A los dieciocho años tenía en su sangre el “tango”, criándose con los acordes del piano de “su vieja”, su madre tanguera, violinista. Ella que de soltera dirigía su orquesta en la calle Lavalle, justo enfrente donde tocaba De Caro, quien muchas veces se cruzaba para oírla, con la atención puesta en esa joven tan linda y buena intérprete. Ella que lo crió pegadito al teclado, entonando Uno y de quien sacó la gracia y la fiereza” su hija Paula, que es un sueño verla bailar en todas partes del mundo”. Me miró fijo y siguió contándome como en un susurro que a él el tango no lo dejó nunca más y menos él al tango. Su juventud transcurrió en ese entorno de tango y esa “madraza” de ley. Lo acunó y en sus compases y letras bebió todas las alegrías y frustraciones. Lo amó profundamente como a nada o a nadie, allá por 1956 cuando brillaban Troilo, Pugliese, Di Sarli D’Arienzo. Lo quiso, al tener en sus oídos las voces de Marino, Chanel, Fiorentino, Berón, Echagüe, Rivero y cómo no vibrar con el “Polaco”. Escucharlos lo hacían quererlos y sentirlos cada vez más, con su piel y su cuerpo al expresarlo bailando.
Al recordarlos se le eriza la piel deplorando que ellos no pudieran conocer esta época gloriosa del tango, esta nueva forma de sentir el tango, que la juventud incorporó a su existencia, después del apogeo indiscutible del rock. Este momento en que el tango se escucha interpretado por músicos venidos de toda extracción. Los que se iniciaron con el rock, los baladistas y tantos concertinos que encuentran en el 2x4 sensaciones y tonos imposibles de lograr, con virtuosismo inigualable y de excelentísima calidad.
Los ojos de este hombre centelleaban recordando: A mis 67 años me estoy remontando allá bien atrás Tengo bien presente aquella época cuando con mis 18, dos fotografías dominaban mi cuarto: Dorys Day, la rubia que me fascinaba con su voz y su belleza y “Él”. “Él”. Yo era fanático de ”ÉL”. Su voz me hacía latir el corazón y tener emociones que jamás lograron otros cantantes. Pasa sus manos por sobre su cabeza y entrecerrando sus ojos y alentado por el mutis que hago, continúa: lo conservaba en mis” discos de pasta” como a un tesoro fabuloso, con nada comparable. No faltaba a un baile tratando siempre de acercarme al escenario; que me llegara su vibración tan masculina, tan acorde con la mía. No podía conocerlo personalmente porque “las mujeres nunca te dejaban”. Siguió contando, un día.”Él”, desvinculado ya de” Don Osvaldo Pugliese” armó su propia orquesta dirigida por Armando Cupo. ¡Y cómo es la vida! Yo que soñaba con verlo de cerca ¿adónde fue a actuar? Al Club Parque Chas ¡a dos cuadras de mi casa! Y fue la oportunidad que había esperado ansiosamente.( por supuesto que eso no me lo iba a perder). Busqué el momento. Me lo crucé y lo paré Le di la mano, un abrazo y conmocionado le conté rápidamente de mi admiración. Esa noche no dormí.
Mi silencio lo instó alentó a seguir.
“Pasaron los años y yo siguiéndolo a todas partes... San José de Flores, Desvelo, El Abrojito, Avergonzado, Quemá esas cartas, Barro, Pasional. Están hasta hoy en mis oídos, temas que jamás nadie podrá cantarlos superándolo. A mis 30 años, en Mar del Plata, en la puerta del Hermitage, lo ví venir caminando hacia mí. Con su pinta sin igual, ¡ése 1,90 de estatura! Pasó a mi lado y le dije – Flaco. Sí Yo siempre te admiré. Te conocí a los 18, te abracé en el Parque Chas Fuiste, sos y serás mi ídolo. - ¿Qué hacés? Y...loco de alegría al verte. ¿Vamos a tomar una copa? Si. Hoy estoy “de franco”... Vení, vamos al lobby del hotel. Y nos bajamos un Napoleón.
Él recostado en un sillón. por lo bajo, al oído me cantó todo.” Mi recital” duró lo que duran los sueños esperados. Largo y delirante. Toda la noche. Para no olvidarlo más. En los años venideros, creí que aquello había sido un sueño. Pero no. Fue realidad.
El tema cada vez me cautivaba más. Pensé que sería una nota bárbara en la revista del tango en que yo siempre escribía una historia tanguera. Encontrarme justo con alguien que me contara intimidades del tango. No creí encontrar así, de pronto, inesperadamente, una nota.. Pedí otro café. Ni se dio cuenta que yo bebía sus palabras para no agarrar la lapicera, ¡tales eran sus recuerdos!
Pasaron muchos años, - siguió, - lo volví a encontrar cuando él tenía 71 años en Triunvirato y Los Incas y lo abracé nuevamente con ese abrazo de hermano, ese abrazo que nos une a los tangueros de las milongas de Buenos Aires y que el mundo entero ha llegado a comprender y a aprendeher. Lo abracé con ese abrazo loco que provoca la admiración, con el estertor interno que se mece en el 2 x 4, y se trasunta bien metido en el pecho, allí bien cerquita al corazón. Con ese ritmo, con el abrazo de la pareja y con los pies dibujando maravillas.
Me contó que actuaría de noche en La Cumparsita y que debía haberse negado, porque ya no trasnochaba más. Pero llegó el día fijado y fue. Y yo también. Hicimos tiempo en Taconeando, tomando una cop., - Juan, tengo miedo, es como si fuera a cantar por primera vez. Eran las tres de la mañana, hora de entrar.
¿Cómo estoy? Se arregló los gemelos, la traba de su corbata, yo le acomodé el cuello. Me preguntó - ¿Hay muchas arrugas en la “raca”? Y le dije, nada que ver, subí y matás . Flaco. Subí y matá que sos un grande.
Pichuquito que lo amaba y comprendía hasta el paroxismo acomodando su bandoneón, le preguntó ¿qué va?
No lo sé. (Mirándolo de costado).Y Pichuquito con los ojos arrasados de lágrimas de emoción, arrancó con “Ciego”.
Mató El público, la mayoría seguidores a muerte como yo, deliraba, y “Él” cantaba con un pulmón sólo .¡ Grande Flaco!.Fue una noche exclusiva, total e irreproducible.
Año y medio después, internado en el Hospital Tornú, enfermo terminal, con 73 años, sus amigos del alma, entre ellos yo, hicimos lo que los del tango entendemos que debe ser así. No abandonarnos. Y no lo dejamos solo. Uno se muere y no lo admitimos. Nos amparamos hasta el final.
“ÉL”, el Flaco, el tango, la acompañada soledad del tango, somos la melancolía de Buenos Aires. Somos Barracas, Lavalle, Ensenada, Flores, “piqueteros” “cartoneros”, milongueros, gente bien, la barriada, los insomnes trasnochados, los muchachos
concertistas, LOS TANGUEROS...los distintos, los iguales, los unidos en el canto a la madre, al amor, a Buenos Aires. Los que cantan la tristeza, su fiereza y esas ganas de vivir.
¿Me comprendés, pibe? Los del tango tenemos la misma esencia, melancólica y romántica. Como Él. El Flaco es el tango y Buenos Aires.


“Alberto Morán, vive.” El Flaco y el Tango y Buenos Aires, son el pueblo. “ÉL” es como su San José de Flores.


Escuchá bien esto, pibe
no es que me arrepienta hoy,
que estoy enfermo:
quisiera decirles se sepan cuidar:
mujeres y copas y noches de fiesta
¡Yo triunfé en todo eso y aquí está el final
!
Media noche
A.Troilo – H. Gagliardi

¡Quién me iba a decir que buscando una silla en un café, me iba a encontrar con semejante historia!
El lunes la mando a la editorial.
Sé que si Remo estuviera vivo, estaría cantando con los pibes cartoneros con su pinta y su eterna humildad de barrio. Este relato esrá hurtado de uno de los tantos de mi hermano. Es totalmente verídico, auténtico.Una "ranada mía"

miércoles, 3 de octubre de 2007



LA ESPERA

¡Qué esperas, altanera,
con la mirada puesta en el vacío
con ojos que no consiguen ver
lo que aguardas con ansiedad intensa?
¿Será al delfín aún no llegado
de los mares que lo circundan y envuelven,
atrapado por medusas
de filamentos de oro y extraños ritos
cerrándole la huída?
Discurres y dudas en sentar al reo
para rendir sus culpas.
Como sin querer te preguntas
¿qué le habrá sucedido esta mañana?
No lo adviertes. Está ahí. Te observa.
Te mira desde lejos, otea sagaz,
oculta aviesas intenciones.
Te espía con avaricia cierta,
protege su tesoro más preciado.
No lo ves. Se acerca lento, sigiloso
como leopardo en celo,
cuidadoso de su presa y sus captores.
Se apura, te toma de sorpresa...
...y giras hacia él y vuelve la vida y
...las ganas de andar por las montañas,
escalar cerros, vadear los llanos,
unidos, tomados de la mano.
Ya. Ya se ha ido tu mirada vaga
llena de desconfíos.
Ya cambiaste el color de tus mejillas
y vuelves a reír esta mañana...
.
ESPÍAS NOCTURNOS

En lo alto, arriba, se esfuma un ojo alargado
tiznado de negro humo
desplazado por dos orejas caídas
como de perro cansado, en desdibujada imagen.
Me pierdo en desfiladeros, laberintos intrincados,
cortados, líneas quebradas, estrechos retorcidos,
y en un río tan angosto como seco.
Mientras,
ni en sordina los ruidos dan reposo.

A una estatua, de cabellera ondulante,
piernas y brazos filamentosos,
que me observa quieta, pétrea,
la destruye una rama echándola al olvido
allí donde se desdibujan todos.
Quedé sin compañía, sin visitantes nocturnos.
Cuando echada boca arriba pugno
por abrir o cerrar los telones para ver o no,
huyen insolentes invasores de ese techo,
donde, por las noches,
espían.
Me dejan sola yacente,
esperando el otro día.
,





ARREBATO ( a mi Flor )

Tus ojos centellean

hay miedo en tu mirada

enardecido vibra tu cuerpo todo

en furioso arrebato.

No sufras más, mi niña.

Tu vida no ha quebrado
Él
Sus ojos son negros
tan negros que lastiman.
Sus manitas paspadas por el frío.
Sus mejillas coloradas y ásperas.

¡Ah! esos pelos cortitos desparejos
cortados a cuchillo.
El cuerpo chiquitito.
Los pies están descalzos.

¡Cómo quisiera abrazarte
niño que no conozco!
¡Cómo quisiera besarte
cobijarte entibiarte!

Igual te conozco.
Te veo en cualquier esquina.
Pero ese pudor ineficaz
hace que no haga lo que debo.



Ésta es la primera poesía que escribí y fue la preferida de mi Malena ¡nieta mía!
Palabras que matan
El viaje había sido largo. De pronto bajó la vista y se dio cuenta. Su hermanito había perdido un zapato en el tren. No pudo contenerse, tampoco tenia por qué hacerlo, después de todo, ante un hecho tan trivial y le empezó a gritar “niño estúpido, ¿por qué lo hiciste? ¿Pero cómo pudiste ser tan estúpido?, ¿Cómo pudiste?...” No lo supo entonces tampoco tenia por qué saberlo, después de todo pero esa fue la última vez que lo vio en su vida: su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia de una vez y para siempre. Colmada su alma por ese vacío, se prometió no volver a decirle nunca jamás a nadie ni una sola palabra que, de convertirse en la última, le provocara el menor de los arrepentimientos.
La mujer en que esa chica se convirtió de golpe sobrevivió al horror y tuvo entonces la revancha de poder cumplir su promesa.
La historia la relató en un documental que hace un tiempo emitió un canal de cable“el suficiente” con Borges y sus límites.
(…si para todo hay término y hay tasa / y última vez y nunca más olvido ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, / sin saberlo, nos hemos despedido?) .Para convocar al miedo, eterno y ancestral, de que la muerte levante el vuelo y nos lleve, a nosotros o a quienes queremos, así, de un golpe, y nos deje con el corazón a la intemperie y las palabras no dichas, los adioses no cerrados, los perdones no concedidos, las cartas escritas y jamás enviadas, agolpándose inútilmente en la garganta o en los cajones...no era suficiente, no. Faltaba que alguien desempolvara un recuerdo y nos hiciera comprender con algo mucho más fuerte que la razón...No lo supo entonces, tampoco tenia por qué saberlo, después de todo, pero esa fue la última vez que lo vio en su vida. Su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia, de una vez y para siempre, que peor aún que no haber pronunciado a tiempo una palabra era haber pronunciado a destiempo justamente aquella que se convertiría en irreparable y nos dejaría, por toda la vida, un regusto amargo en el alma…
La promesa de aquella anónima adolescente-mujer de Witz logró atravesar pudores y vergüenzas, quebrar enojos y rencores, apaciguar tensiones y distancias.
Hablemos mientras se pueda; amemos mientras estamos; abramos el corazón mientras vivamos; no digamos ni una sola palabra de la que podamos arrepentirnos cuando ya sea tarde...porque cada palabra puede ser la última, porque cada encuentro encierra una despedida. Aprendamos cuándo callar mientras estemos a tiempo.
Silvia Fesquet 10-6-03

lunes, 1 de octubre de 2007


Cuando no dé más

Semicírculos marcan el negro betún del fondo
con curvas que no se juntan y conforman
la maraña entrecruzada
que encarcela, estruja, aplasta ideas, imágenes
recuerdos de otrora.
Una cabeza tronchada con mueca pizpireta
hace guiños por si algo.
Una mano que blande un látigo de lana
a una pierna solitaria que cojea....
y el agua de los ojos que no para de correr
deja surcos imborrables.
¿Cómo sería si el cuerpo se uniera a la cabeza,
la mano ingenua se encontrara con la otra,
la desolada y afligida pierna dejara de ladearse
y anduvieran de una vez de a dos?
¿Y si el agua dejara de manar, los surcos desaparecieran?
No, mi mundo incoherente jamás
unirá las piezas de este rompecabezas dislocado.
Seguirá con su trama apretando
y su saña diablesca castigando
hasta que el cuero de mi cuerpo no dé más.