sábado, 8 de mayo de 2010

IDEA FIJA




Tiempo hace que una idea fija o quizás un antojo me invade. Se adueña de mí.
¿Cuál? Escribir un cuento que dé o me dé miedo. No aparece el tema, el concepto miedo.
Van 50 años que incursioné por la pluma cucharita, la cucharón, la primera Parker, el bolígrafo, si era negro mejor, la tormentosa computadora, en el discurrir entre amores ensoñados, producto de mis lecturas de Corín Tellado, el deleite de Cuéntame, a escondidas de mi papá, hasta su desaparición, la de Cuéntame, la fruición por Romeo y Julieta o La Dama de Las Camelias. Es inútil.
Mis rosas blancas, las rococó, las blancas gigantes y las rojas carmesí de mi jardín o la dama de noche enlazada en la verja de la puerta de calle han endulzado las páginas de los tomos I, II y III de “Noches de luna”. Esas ediciones caseras que me regalé. Así como supieron subyugarme mis encuentros con Ernesto en su atelier, donde pinceladas como las suyas me exaltaban hasta el paroxismo.
Luego acaecieron la llegada de Dionisio, Electra, Platón, Enriqueta, Jaime y la benjamina Beatriz, todos ellos con su niñez especialmente conducida con esmero y la cuidadosa adolescencia y educación impartida por ambos, Ernesto y yo.
Más tarde sobrevino la acertada elección de sus consortes, el advenimiento de los nietos Johnatan, Ramiro, María de Los Ángeles, María del Pilar, María de Las Nieves y las pequeñas gemelas María Sol y María Amparo, que han hecho de mi vida una guirnalda de flores y ambrosía.
No debo olvidar a Celsa, que durante 60 años cuida de mí como a Popea en sus afrodisíacos baños.
Mi mente no se emparenta con el suspenso, el terror, ni siquiera el miedo.

En este instante, transpirada hasta los tuétanos, con sudor pegajoso en el mínimo centímetro de mi piel, a la vez electrizada, espero que alguien venga a rescatarme., donde me hallo …perdí la cuenta desde cuándo.
Todos se han ido a la playa de veraneo menos yo, olvidada no sé por qué motivo.
Y por más que pienso no se me ocurre nada para un cuento de miedo.

1 comentario:

Maria Rosa dijo...

Una narración excelente, no tan alejada de la realidad.
Besos
María Rosa