jueves, 8 de noviembre de 2007




Buenos Aires, no sé siquiera el día. Digamos uno cualquiera.

Soñé que el fuego se helaba
soñé que la nieve ardía
y por soñar imposibles
soñé que tú me querías....

Querido mío
¡Cuántos años hacen que esta estrofa está ahí dentro de mí! Recuerdo que mi padre la contaba, como “Le corbeau”, con esa gracia natural y una entonación particular y hoy viene en el instante en que pienso en nuestro amor. Yo te amo. Yo te amo. ¿Me amas tú? ¿En tu pecho sientes el mismo latido mío? ¿Acaso tus manos sudan como las mías cuando voy a tu encuentro? ¿El vahído que me acomete en el momento en que me miras te invade igual que a mí?
Sólo espero tu llegada, siempre puntual, antes de la hora prefijada. Me regodeo al presentir tus pasos presurosos y esa sonrisa amplia que descubre tus dientes blancos, perfectos.
Y me pregunto, ¿podremos alguna vez llegar a poner nuestras cabezas en la misma almohada y preguntarnos en la mañana? ¿cómo hemos despertado?
No has contestado mi última carta y la espera me hace sentir inmoralmente impaciente.
Te digo, mi alma, que mientras el aire envuelva mi doliente cuerpo y el temor se ensañe hasta la sima, seguiré buscando en lo profundo, ahí, donde pretendo cobijarme, entre tus brazos, para desentrañar el misterio, los misterios, el interrogante de mi vida misma. Tengo las alas quebradas en el esfuerzo delirado por volar hacia vos. El miedo me alucina. Anhelo en silencio que apacigüe la tormenta, las hojas se dispersen, se sosiegue el viento y en un letargo, la turbación dé paso al descanso de mi mente. Harta estoy de vibrar en esta espera. Miro a través del cristal de la ventana y me digo si en el titilar de las estrellas amagadas en el cielo oscurecido, ya culminan las formas fantasmales de tu ausencia y los dioses interceden y convierten en luz las sombras de mis sueños...y tal vez reviertan el sino y pueda bailar esa danza ensoñada, voluptuosa. ¿Llegará la pretendida felicidad que ansío?Se hará verdad esta danza que imagino afrodisíaca?
Dejo de escribirte y salgo a las calles a buscar en un signo, tu amor correspondido. Quizás vengas a mi encuentro, no percibo dónde estás.
Mil pájaros le cantan a la felicidad, otras mil flores la perfuman. Pero yo sin ti miro a mi alrededor y oteo el infinito y diviso que ella está dentro de mí. ¿En mí y sin ti? Sabes que te espero. Ambiciono hallar la convergencia, el punto exacto del fugaz momento en que se fundan el amor y mi atormentado intento. Gritar por las calles que te amo y tú lo mismo. Definir que ése es el amor y acceder al subrepticio, diminuto éxtasis en que se encuentren nuestras miradas.
Elucubro que de tu mano vendrá la fuerza de vivir en este mundo lleno de esperanzas muertas y...revivir. Quiero saber por qué sufro, por qué lloro aún teniendo vida todavía.

Ya lo sé, no me respondas. Jamás te he visto ni conocido.



3 comentarios:

mercedes saenz dijo...

Increible el cuidado del idioma para soñar, para depositar en alguien un amor hermoso. Coincide con la fantasía inclusive en la forma de esperar. La diversidad y la riqueza lo hacen coincidir con el final inesperado. Llegué a pensar que una princesa le hablaba a su soñado. Realmente me gustó Sonia!! Un beso enorme Merci

Sandra Texeira dijo...

Sonia que linda carta, para conmover a las piedras. Me gusto mucho tu blog.

Martín Vargas dijo...

blog bizarro pero se hace entrañable. ¿cuántas veces te miraste al espejo con una cuchilla en la mano?
saludos,