Vuelvo a mi blog, mientras me repongo de un accidente medianamente importante, que tuvimos de vuelta de Córdoba tras el V Encuentro en Bialet Massé.
Les agradezco, amigas y amigos todo el afecto que recibimos María Luisa y yo, debido a ello.
INOLVIDABLE
Nos encontramos para ir al teatro. Tenía las entradas desde cuando al pasar por la puerta del San Martín, Alcón, desde un póster me miraba fijamente y como de costumbre, ante él, quedé en éxtasis profundo.
El día del estreno, ése era el día fijado, llegamos con el tiempo justo.
¡Qué puedo decir de la velada!
Alcón desde el escenario me miraba. Sentí sus ojos clavados en los míos. En un momento me abrazó, susurró a mi oído” me zambullo en tus ojos café suave y ardo en el fuego de tu mirada…” y yo impávida escuchaba absorbiendo los versos de Salvador Verzzi.
Cuando me besó apreté las pestañas, las acomodé perfectamente, cosa de no perder ni un centésimo del vibrar de sus ojos y también los labios para que la magia no escapara.
Yo, solamente yo fui la elegida. ¡ Lo había soñado tantas veces!
Después del beso no pensé más. No supe de qué trató la obra, tampoco presté atención en si había otros actores en escena. Cuando Alfredo actúa, su entorno no existe para mí. Mil aplausos interrumpieron el hechizo que me envolvía y en ese instante, Lidia me tomó del brazo aún sin levantarnos del asiento de la primera fila y me espetó - ¿Viste cómo se lo ve de viejo?
Me enojó. Airada le solté – ¡ a él no se le notan los años!. Apartir de ahí entré en el silencio de los cementerios.
Me dije que con Lidia no saldría más. Era pura envidia. A ella no la había besado Alfredo por eso destilaba veneno.
Sugirió un café en la esquina, en Paraná y Corrientes y acepté para tomar una aspirina. Esta Lidia había arruinado mi velada.
Nos acomodamos en la mesa que quedaba libre, cerca de la escalera que baja a los baños.. Un té para ella y un cortado para mí, cara de perro enojado.
Ella oteaba la confitería..
- Gloria, cuchicheó, en la mesa de al lado está la Duffou, a ella no se le pasan los años.¡Qué bien está, tan fina!
- ¿ No?¿creés que sólo a nosotras se nos pasa la vida? Está grande.
- Gloria, cerca de la puerta, al lado de la ventana está Bettiana Blum, toda de negro.¡Qué elegante! ¡Qué linda!
- Bah! puro arreglo, muy producida. Pensé qué Cholula era Lidia. Para sacarla de ese enamoramiento de la farándula le pedí me acompañara al baño.
Bajamos la escalera con lentitud, porque suelo pisar mal, no sé por qué no levanto los pies correctamente. La seguí detrás y ella continuaba su cantilena de la hermosura de la Blum.
En el penúltimo escalón perdí el pie. Quedé en el piso como una tortuga.. Oí a Lidia que decía - ¿me ayuda por favor?, sola no puedo.
Dos brazos fuertes me levantaron y una vos intensa decía…no te rindas… (¿Benedetti? al tiempo que dos ojos espléndidos, faroles en la noche se hundían en los míos y - ¿se lastimó? ¿le duele algo?
Me deshice en añicos. Alfredo, Alfredo Alcón recogió del suelo mis pedazos, mi arrobamiento y mi pudor.
-
El día del estreno, ése era el día fijado, llegamos con el tiempo justo.
¡Qué puedo decir de la velada!
Alcón desde el escenario me miraba. Sentí sus ojos clavados en los míos. En un momento me abrazó, susurró a mi oído” me zambullo en tus ojos café suave y ardo en el fuego de tu mirada…” y yo impávida escuchaba absorbiendo los versos de Salvador Verzzi.
Cuando me besó apreté las pestañas, las acomodé perfectamente, cosa de no perder ni un centésimo del vibrar de sus ojos y también los labios para que la magia no escapara.
Yo, solamente yo fui la elegida. ¡ Lo había soñado tantas veces!
Después del beso no pensé más. No supe de qué trató la obra, tampoco presté atención en si había otros actores en escena. Cuando Alfredo actúa, su entorno no existe para mí. Mil aplausos interrumpieron el hechizo que me envolvía y en ese instante, Lidia me tomó del brazo aún sin levantarnos del asiento de la primera fila y me espetó - ¿Viste cómo se lo ve de viejo?
Me enojó. Airada le solté – ¡ a él no se le notan los años!. Apartir de ahí entré en el silencio de los cementerios.
Me dije que con Lidia no saldría más. Era pura envidia. A ella no la había besado Alfredo por eso destilaba veneno.
Sugirió un café en la esquina, en Paraná y Corrientes y acepté para tomar una aspirina. Esta Lidia había arruinado mi velada.
Nos acomodamos en la mesa que quedaba libre, cerca de la escalera que baja a los baños.. Un té para ella y un cortado para mí, cara de perro enojado.
Ella oteaba la confitería..
- Gloria, cuchicheó, en la mesa de al lado está la Duffou, a ella no se le pasan los años.¡Qué bien está, tan fina!
- ¿ No?¿creés que sólo a nosotras se nos pasa la vida? Está grande.
- Gloria, cerca de la puerta, al lado de la ventana está Bettiana Blum, toda de negro.¡Qué elegante! ¡Qué linda!
- Bah! puro arreglo, muy producida. Pensé qué Cholula era Lidia. Para sacarla de ese enamoramiento de la farándula le pedí me acompañara al baño.
Bajamos la escalera con lentitud, porque suelo pisar mal, no sé por qué no levanto los pies correctamente. La seguí detrás y ella continuaba su cantilena de la hermosura de la Blum.
En el penúltimo escalón perdí el pie. Quedé en el piso como una tortuga.. Oí a Lidia que decía - ¿me ayuda por favor?, sola no puedo.
Dos brazos fuertes me levantaron y una vos intensa decía…no te rindas… (¿Benedetti? al tiempo que dos ojos espléndidos, faroles en la noche se hundían en los míos y - ¿se lastimó? ¿le duele algo?
Me deshice en añicos. Alfredo, Alfredo Alcón recogió del suelo mis pedazos, mi arrobamiento y mi pudor.
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2 comentarios:
Bueno, bueno que buen encuentro, aunque duela la caida.
Que te levante Alfredo Alcón, valen mil caidas, jajaj
Un abrazo
María Rosa
Sonia: Que bueno que está esto...y sabés a mi también SIEMPRE me gustó Alfredo Alcón...y el es todo un caballero
Un abrazo
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