Iba a descender del colectivo y alguien le murmuró si estaba apurada. Alguien tenía los párpados bajos con el castigo del tiempo y la vida en su grietas rugosas. Lo miró y aumentó su propia angustia también del tiempo y de la vida.
No, temo pasarme, musitó con un dejo, miró al piso para no volver a la pena instalada en esa cara repentina y un billete de cinco pesos la llamaba desde abajo. Giró su cuerpo trémulo ahora para ver a un joven distraído del mundo, ¿son tuyos?, una negativa descuidada, entonces suavemente, con abandono le ordenó que lo levantara, total, aquí no hay nadie. Nadie eran los párpados, el joven híbrido y ella.
No, temo pasarme, musitó con un dejo, miró al piso para no volver a la pena instalada en esa cara repentina y un billete de cinco pesos la llamaba desde abajo. Giró su cuerpo trémulo ahora para ver a un joven distraído del mundo, ¿son tuyos?, una negativa descuidada, entonces suavemente, con abandono le ordenó que lo levantara, total, aquí no hay nadie. Nadie eran los párpados, el joven híbrido y ella.
Ella era nadie.
Disimuló su poco equilibrio imprevisto, descendió del vehículo y caminó sorteando baldosas, como venía rehuyendo los minutos y las horas. Voló casi, a la entrevista. Le alcanzaron un volante de “una vida nueva” “el tarot y su moderno enfoque”, sonrió, no se detuvo. Subió las escaleras con desgano y fatiga. En la espera de media hora larga como veinticuatro, repasó su vida. Nunca se había sentido tan sola. Los cuadros desdibujados en las paredes y un silencio lujurioso colmado de agujeros tal los de su colador colgado en la cocina, la hicieron bajar las escaleras hasta llegar a la puerta como si fueran los últimos instantes de su existencia Siempre rodeada del silencio abrió la puerta, enfrentó la calle desbocada a modo de potrillo desenfrenado.
No sintió el impacto del colectivo que trató de esquivarla. Hubo alboroto, mucho ruido.
No sintió el impacto del colectivo que trató de esquivarla. Hubo alboroto, mucho ruido.
Ella no oyó nada.
7 comentarios:
Sonia es un relato duro. La prosa que me parece buenísima lo hace más frágil, a punto de partirse junto con el que lo lee. Te felicito. Un abrazo Merci
Increíble.
Amigos, no entiendo qué quiere fenridal cuando me dice que mire ahí.
Me gusta mi idioma. Entiendo mi idioma. Que me adviertan en español o porteño, si pueden.
Merci, Sergio, gracias, sin muy benévolos.
Un abrazo
soniacautiva
Quise decir SON muy benévolos.
Perdón.
Sonia
eliminá lo de fenridal es un virus para el que entre allí.
Hermoso e impactante relato, Sonia, siempre es bueno leerte.
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