Voy, vengo, me llevan, me traen, desde chiquito estoy muy cuidado.
En la primaria, ¿por qué mamá no me dejaba ir a los cumpleaños? ¡Yo me quedaba con un gusto amargo en la boca! Me parece que era el único que faltaba y al otro día, escuchaba los comentarios y ya no me entristecía, me enojaba.
Con el pasar de los años, me fui acostumbrando. Para entrar al secundario, no pude elegir colegio, aunque en esa edad, ni se sabe qué se quiere. Pero yo quería ser maestro y después estudiar Historia.
No pudo ser.
- Ser maestro es no ser nada, escuché decir a papá en un almuerzo. ¿Historia? Hay otras materias…Y no estudié Historia.
Al cumplir los diecinueve, viajamos a Europa y acompañados por la familia de papá recorrimos gran parte de ella. Decidieron quedarnos por un tiempo y en Italia, chapurreando primero y estudiando, mi italiano fue fluido.
Nos quedamos a vivir en Italia.
Mamá que sabía de mis aspiraciones, aceptó que pintara. Yo quería pintar, porque lo de Historia había quedado amordazado en el olvido. Pero la necesidad imperiosa de saber, conocer de los próceres, de San Martín, Belgrano, Moreno, me rondaba. Era una obsesión indefinida.
Y en cuanto pude escapar a esa sensación que me rodeaba de sentirme prisionero de los tiempos, los gustos, comencé la búsqueda difícil en en bibliotecas en tierra extraña.
San Martín me apasionaba, Belgrano me emocionaba y Moreno hacía como una fogata dentro de mí que no podía apagar como su fuego interior.
Volvimos a Buenos Aires por unos negocios pendientes de papá., papá, que nunca se interesó por mis problemas juveniles, adolescentes.
Hubo familiares que me decían cuando alguna vez vieron mi cara triste ante una negativa áspera de él, seca, cerrada, que no había sido tratado con cariño. Me pregunté muchas veces por qué no me hablaba con cariño
¿Saben dónde estoy hoy?
Estoy en casa de Abuelas. Acabo de encontrar a mi familia. A mi abuelita, a la mamá de mi mamá ¡viejita hermosa! .
Hoy soy.
Soy el que soy.
En la primaria, ¿por qué mamá no me dejaba ir a los cumpleaños? ¡Yo me quedaba con un gusto amargo en la boca! Me parece que era el único que faltaba y al otro día, escuchaba los comentarios y ya no me entristecía, me enojaba.
Con el pasar de los años, me fui acostumbrando. Para entrar al secundario, no pude elegir colegio, aunque en esa edad, ni se sabe qué se quiere. Pero yo quería ser maestro y después estudiar Historia.
No pudo ser.
- Ser maestro es no ser nada, escuché decir a papá en un almuerzo. ¿Historia? Hay otras materias…Y no estudié Historia.
Al cumplir los diecinueve, viajamos a Europa y acompañados por la familia de papá recorrimos gran parte de ella. Decidieron quedarnos por un tiempo y en Italia, chapurreando primero y estudiando, mi italiano fue fluido.
Nos quedamos a vivir en Italia.
Mamá que sabía de mis aspiraciones, aceptó que pintara. Yo quería pintar, porque lo de Historia había quedado amordazado en el olvido. Pero la necesidad imperiosa de saber, conocer de los próceres, de San Martín, Belgrano, Moreno, me rondaba. Era una obsesión indefinida.
Y en cuanto pude escapar a esa sensación que me rodeaba de sentirme prisionero de los tiempos, los gustos, comencé la búsqueda difícil en en bibliotecas en tierra extraña.
San Martín me apasionaba, Belgrano me emocionaba y Moreno hacía como una fogata dentro de mí que no podía apagar como su fuego interior.
Volvimos a Buenos Aires por unos negocios pendientes de papá., papá, que nunca se interesó por mis problemas juveniles, adolescentes.
Hubo familiares que me decían cuando alguna vez vieron mi cara triste ante una negativa áspera de él, seca, cerrada, que no había sido tratado con cariño. Me pregunté muchas veces por qué no me hablaba con cariño
¿Saben dónde estoy hoy?
Estoy en casa de Abuelas. Acabo de encontrar a mi familia. A mi abuelita, a la mamá de mi mamá ¡viejita hermosa! .
Hoy soy.
Soy el que soy.
2 comentarios:
Sonia me hace llorar, ojalá todas las historias terminaran así. Mus sentido y tierno hermana. Un abrazo Merci
Muy tierno, con un final feliz, hermoso.
María Rosa
Publicar un comentario