El vendedor esperaba su decisión, al principio., distraído. En realidad no tenía ganas. Además no interpretaba el gusto de su clienta, mas bien, no le interesaba.
Marga se miraba frente al espejo.
Se miraba y cada tanto un poco a los zapatos, calzados uno, el negro en un pie y en el otro, el blanco.Se hacía la hora del cierre y ella, pasaba de su pelo a una pestaña que entró en su ojo y cada tanto bajaba la vista a los calzados.¡Justo me viene a tocar a mí esta mujer!¿Por qué no se define de una buena vez?, se preguntó Mauricio.
Y se decidió. – Envíeme los dos pares, Riglos 450, ya le abono.Lo hizo y se fue.Veleidosa, se dijo Mauricio. Veleidosa e imperante.
Marga recibió el bolso con las cajas de zapatos al día siguiente.
No supo qué hacer cuando de las dos cajas salieron innumerables ratas asquerosa que corrían velozmente por el departamento.
viernes, 13 de abril de 2007
…DE ZAPATOS… Le sentaban bien los negros, también los blancos. Los negros eran de taco chino, los blancos, tacos aguja. Distintos, opuestos. Diferentes. Le gustaban los dos.
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3 comentarios:
MUY BUENO!!!! me encanta como escribis, las cosas que haces.Bue ya no que decirte.TE QUIERO MUCHO(un poco mas que al abuelo)jajajaj!!no tonta te quiero igual.BESITTOS!
Malenitta
Malenitta. Así firmaste. Me ha hecho tanto bien que me dejartas un mensaje. A pesar que sé que sos lectora de esta abuela que se ha puesto a escribir. Pero no deja de ser una gran satisfacción que apuntaras algo en estos relatos de tu abuelita que te ama.
Sonia, me sorprendiste gratamente, jajaja... un final inesperado!!! Me encantó el relato, e indudablemente la sorpresa del final.
Elena.
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