Desespero.
Cuentan los vecinos que salió descalza,
sus pelos revueltos, el alma enlutada,
con lutos de miedo, terror enfundado
en telones grises, mantos del horror.
Dejó la estancia temiendo a la muerte
que yacía en la cama muy blanca y muy yerta.
Lo quiso entregado y sufrió su desgracia;
padeció su sangre esparcida en gotas.
Lo quiso ver vivo, lo quiso devuelto
al amor de los dos.
Terminó el acto, terminó la vida.
Cuentan los vecinos que nunca volvió.
1 comentario:
Sonia, he querido ver tu primera entrega.
Una poesía que desgarra el alma, el dolor, el miedo, el terror que provoca la pérdida del ser amado.
Excelente.
Un tema difícil de abordar pero has logrado captar, la desesperación del que queda, cuando pasa la muerte y deja las manos vacías y el corazón sin rumbo...
Elena.
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