MIMÍ
La miro de reojo Es hermosa, grácil, diría, felina. Hace movimientos solamente delicados. Parece a la espera. ¿De qué? ¿Qué aguardará? No sé. Me mira fijo y no puedo soportar su mirada. Insiste en clavarme los ojos. Debe habérmela mandado el mismísimo Satanás. ¿Existe Satanás? No creo, aunque tuve varios encuentros con él, muy bien disfrazado. Pero esta vez es diferente. (Sentado en el sillón me hundo más y más). Esto nunca me pasó.
Me intima con sus ojos azules clavándomelos de tal manera que me asustan y estoy transpirando un sudor frío, pegajoso que me acomete, me baña. ¡Qué incómodo estoy! ¿Qué habré hecho para que me mire así? ¿Tanto le disgusto?
La abogada tarda y cada minuto que pasa mi ropa se va empapando cada vez más. Parezco un trapo húmedo, (me palpo para constatar).
Ella sigue inmutable pero no me muevo. ¿La espío? ¿ Dónde está la puerta para irme porque empiezo a trastornarme? No puedo creer que esta circunstancia me pase. Me desequilibra. Ahora me asemejo a un monigote. ¡Payasín! ¡Hola! ¡Aquí estoy! ¡Vengan a ver el payaso!
Una puerta acabo de descubrir. Oigo ruidos allí. ( giro mi cabeza). Vienen ruidos.
¡Ah! ¿¡Giramos la cabeza las dos al mismo tiempo ¡? La muy descarada. ¡Atrevida!
Los minutos de espera se me hacen insoportables.
(Por fin, de la puerta de los ruidos aparece la doctora Varela. Debo mirarla como si se sumara a otro fantasma).
¿Cómo, doctora? ¿Usted se acerca y con la finura que la caracteriza pone su mano en mi hombro y me dice -le gusta Mimí?
¡ Pues no me gusta doctora!, aunque sea una hermosa, preciosa, carísima gatita persa que ayer se la hayan regalado.
La miro de reojo Es hermosa, grácil, diría, felina. Hace movimientos solamente delicados. Parece a la espera. ¿De qué? ¿Qué aguardará? No sé. Me mira fijo y no puedo soportar su mirada. Insiste en clavarme los ojos. Debe habérmela mandado el mismísimo Satanás. ¿Existe Satanás? No creo, aunque tuve varios encuentros con él, muy bien disfrazado. Pero esta vez es diferente. (Sentado en el sillón me hundo más y más). Esto nunca me pasó.
Me intima con sus ojos azules clavándomelos de tal manera que me asustan y estoy transpirando un sudor frío, pegajoso que me acomete, me baña. ¡Qué incómodo estoy! ¿Qué habré hecho para que me mire así? ¿Tanto le disgusto?
La abogada tarda y cada minuto que pasa mi ropa se va empapando cada vez más. Parezco un trapo húmedo, (me palpo para constatar).
Ella sigue inmutable pero no me muevo. ¿La espío? ¿ Dónde está la puerta para irme porque empiezo a trastornarme? No puedo creer que esta circunstancia me pase. Me desequilibra. Ahora me asemejo a un monigote. ¡Payasín! ¡Hola! ¡Aquí estoy! ¡Vengan a ver el payaso!
Una puerta acabo de descubrir. Oigo ruidos allí. ( giro mi cabeza). Vienen ruidos.
¡Ah! ¿¡Giramos la cabeza las dos al mismo tiempo ¡? La muy descarada. ¡Atrevida!
Los minutos de espera se me hacen insoportables.
(Por fin, de la puerta de los ruidos aparece la doctora Varela. Debo mirarla como si se sumara a otro fantasma).
¿Cómo, doctora? ¿Usted se acerca y con la finura que la caracteriza pone su mano en mi hombro y me dice -le gusta Mimí?
¡ Pues no me gusta doctora!, aunque sea una hermosa, preciosa, carísima gatita persa que ayer se la hayan regalado.
1 comentario:
Hola Nene!!!!!! nos encanto Mimi,en realidad nos gusta todo lo que escribis,sera porque sale de tu corazon donde estaban cautivas tantas historias y cuentos?.Te queremos mucho.
Camy y Silvy
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