8 de abril. Día de recuerdos. Día de no olvidos. De recuerdos para mí. De no olvidos para mí.
Por eso escribí hace unos días este texto:
El hombre que está sólo y espera
Por eso escribí hace unos días este texto:
Era un triste. Pelo y bigote castaños. Labios muy finos. Ojos de terciopelo color miel bordeados con doble hilera de pestañas bien negras.
Su adolescencia y juventud ¡maravillosas! Era el benjamín de su padre, un apuesto catalán fumador de toscanos.
En las noches, de vuelta de la trasnochada, vacíos los bolsillos dispuestos para los amigos, saltaba la pared (se olvidaba siempre la llave), acariciaba a su bulldog Chinchoruso para que no hiciera bulla y entraba de puntillas.
Sí. Era un triste. Un melancólico. Pasaron muchos años para que yo escuchara de su boca, muy bajito, con la mirada hacia allá, el infinito – nadie sabe cómo es criarse sin madre.
Yo, que lo creía tan feliz con su pasado opulento, sus veladas de ópera, las mucamas para todo, su trayectoria deportiva exitosa. Yo, que lo veía orgulloso mas no celoso, de su mujer, mi madre. No celoso.
¡No! ¡Cela quien desconfía! Yo, que percibía su satisfacción cuando nos traía la cena a la cama en las noches de invierno, a los tres gurrumines con la consabida barra de chocolate.
- ¡A ver! ¡A ver quien tarda más en comerla! ¡Pequeños! Yo, que lo sabía sensato por no aceptar soberbias demagógicas.
Yo, que entendía su seguimiento a las ideas y no a las figuras del poder.
Yo, que pensaba que su silbido…era el aire de un porteño enfrentando la jornada.
Yo, que no lo escuché lo suficiente. Yo, que no le di un beso la última mañana de su vida cuando salió a comprar su damajuana de vino.
1 comentario:
Sonia, me encanta la forma que tienes de decir, de sentir, de compartir, de mostrar y de llevarme a recorrer tus recuerdos.
Gracias por compartir tus momentos.
Elena.
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