miércoles, 18 de abril de 2007

Ésta fue la primera poesía a la que me atreví. Y justamente fue apadrinada por mi nieta, muy chiquita ella, que la atrapó y me hizo quererla. La presenté en un certamen y tuve una pequeña satisfacción ya que se editó. Mi nieta Malena, con su opinión fue el aliento que necesitaba para seguir escribiendo y así volcar en palabras escritas, mis sentimientos. Algo más para agradecer la presencia de la infancia y su influencia en los mayores.

ÉL

Sus ojos son negros
tan negros que lastiman.
Sus manitas paspadas por el frío.
Sus mejillas coloradas y ásperas.

¡Ah! esos pelos cortitos desparejos
cortados a cuchillo.
El cuerpo chiquitito.
Los pies están descalzos.

¡Cómo quisiera abrazarte
niño que no conozco!
¡Cómo quisiera besarte
cobijarte entibiarte!

Igual te conozco.
Te veo en cualquier esquina.
Pero ese pudor ineficaz
hace que no haga lo que debo.

1 comentario:

A. M. Vermon dijo...

Es común escuchar hablar de caridad y ayuda y muchas veces no pasa de palabras o de negociados utilizando la necesidad ajena, pero sufrir por lo que le sucede a otros, dejar brotar los sentimientos con un rango superior, cuestionando la justicia de nuestro mundo eso es caridad.
Gracias Nené por tu visita, imposible olvidar Quequén se vivieron lindos momentos con las familias, como no recordar a Aladino y los viajes a Claromecó. Creo que la primera vez que escucheé hablar de Serrat en 1968 era que vos hablabas de él, me acuerdo que usabas una biquini negra y jugabas a la paleta en la playa. Seguimos siendo jóvenes y soñadores, creo que pese al paso de los años nuestros ánimos siguen firmes.