
Es la perfecta conjunción. Ese cuerpo de mujer le suscita recuerdos, olores de otrora y soledades. No necesita el poder de la palabra para su goce.
Una ola envolvente, embravecida, surge de los acantilados, arrecia.
No atina a moverse, ni aún cuando la mujer es llevada hacia adentro, a la inmensidad, tragada por el azul profundo.
Sólo corre cuando un pequeño, salido de los médanos le grita, para alcanzar un par de muletas que el mar devuelve.
1 comentario:
Muy bueno Sonia. Cómo con todos sus escritos leo maravillosas metáforas, pensamientos y también una excelente historia lineal en dónde los colores juegan un papel importantísimo. Los colores acompañan para imaginar las sensanciones.Me encantó. Merci
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