Palabras que matan
El viaje había sido largo. De pronto bajó la vista y se dio cuenta. Su hermanito había perdido un zapato en el tren. No pudo contenerse, tampoco tenia por qué hacerlo, después de todo, ante un hecho tan trivial y le empezó a gritar “niño estúpido, ¿por qué lo hiciste? ¿Pero cómo pudiste ser tan estúpido?, ¿Cómo pudiste?...” No lo supo entonces tampoco tenia por qué saberlo, después de todo pero esa fue la última vez que lo vio en su vida: su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia de una vez y para siempre. Colmada su alma por ese vacío, se prometió no volver a decirle nunca jamás a nadie ni una sola palabra que, de convertirse en la última, le provocara el menor de los arrepentimientos.
La mujer en que esa chica se convirtió de golpe sobrevivió al horror y tuvo entonces la revancha de poder cumplir su promesa.
La historia la relató en un documental que hace un tiempo emitió un canal de cable“el suficiente” con Borges y sus límites.
(…si para todo hay término y hay tasa / y última vez y nunca más olvido ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, / sin saberlo, nos hemos despedido?) .Para convocar al miedo, eterno y ancestral, de que la muerte levante el vuelo y nos lleve, a nosotros o a quienes queremos, así, de un golpe, y nos deje con el corazón a la intemperie y las palabras no dichas, los adioses no cerrados, los perdones no concedidos, las cartas escritas y jamás enviadas, agolpándose inútilmente en la garganta o en los cajones...no era suficiente, no. Faltaba que alguien desempolvara un recuerdo y nos hiciera comprender con algo mucho más fuerte que la razón...No lo supo entonces, tampoco tenia por qué saberlo, después de todo, pero esa fue la última vez que lo vio en su vida. Su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia, de una vez y para siempre, que peor aún que no haber pronunciado a tiempo una palabra era haber pronunciado a destiempo justamente aquella que se convertiría en irreparable y nos dejaría, por toda la vida, un regusto amargo en el alma…
La promesa de aquella anónima adolescente-mujer de Witz logró atravesar pudores y vergüenzas, quebrar enojos y rencores, apaciguar tensiones y distancias.
Hablemos mientras se pueda; amemos mientras estamos; abramos el corazón mientras vivamos; no digamos ni una sola palabra de la que podamos arrepentirnos cuando ya sea tarde...porque cada palabra puede ser la última, porque cada encuentro encierra una despedida. Aprendamos cuándo callar mientras estemos a tiempo.
Silvia Fesquet 10-6-03
El viaje había sido largo. De pronto bajó la vista y se dio cuenta. Su hermanito había perdido un zapato en el tren. No pudo contenerse, tampoco tenia por qué hacerlo, después de todo, ante un hecho tan trivial y le empezó a gritar “niño estúpido, ¿por qué lo hiciste? ¿Pero cómo pudiste ser tan estúpido?, ¿Cómo pudiste?...” No lo supo entonces tampoco tenia por qué saberlo, después de todo pero esa fue la última vez que lo vio en su vida: su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia de una vez y para siempre. Colmada su alma por ese vacío, se prometió no volver a decirle nunca jamás a nadie ni una sola palabra que, de convertirse en la última, le provocara el menor de los arrepentimientos.
La mujer en que esa chica se convirtió de golpe sobrevivió al horror y tuvo entonces la revancha de poder cumplir su promesa.
La historia la relató en un documental que hace un tiempo emitió un canal de cable“el suficiente” con Borges y sus límites.
(…si para todo hay término y hay tasa / y última vez y nunca más olvido ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, / sin saberlo, nos hemos despedido?) .Para convocar al miedo, eterno y ancestral, de que la muerte levante el vuelo y nos lleve, a nosotros o a quienes queremos, así, de un golpe, y nos deje con el corazón a la intemperie y las palabras no dichas, los adioses no cerrados, los perdones no concedidos, las cartas escritas y jamás enviadas, agolpándose inútilmente en la garganta o en los cajones...no era suficiente, no. Faltaba que alguien desempolvara un recuerdo y nos hiciera comprender con algo mucho más fuerte que la razón...No lo supo entonces, tampoco tenia por qué saberlo, después de todo, pero esa fue la última vez que lo vio en su vida. Su hermanito fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz, destino final en el que, estúpidamente, él perdió un zapato y el futuro, y ella, a sus 15 años, la inocencia, de una vez y para siempre, que peor aún que no haber pronunciado a tiempo una palabra era haber pronunciado a destiempo justamente aquella que se convertiría en irreparable y nos dejaría, por toda la vida, un regusto amargo en el alma…
La promesa de aquella anónima adolescente-mujer de Witz logró atravesar pudores y vergüenzas, quebrar enojos y rencores, apaciguar tensiones y distancias.
Hablemos mientras se pueda; amemos mientras estamos; abramos el corazón mientras vivamos; no digamos ni una sola palabra de la que podamos arrepentirnos cuando ya sea tarde...porque cada palabra puede ser la última, porque cada encuentro encierra una despedida. Aprendamos cuándo callar mientras estemos a tiempo.
Silvia Fesquet 10-6-03
2 comentarios:
Sonia: Son muy impresionantes los escritos de esa época terrible!!! Muy bueno! Merci
Cuando leí el artículo, es decir el relato de Silvia Fesquet, me pareció bueno divulgarlo de alguna manera.
¡Habrá tantos! De esa época y de tantas otras, cercanas y actuales.
Yo siempre pienso que el Hombre es el lobo del Hombre. Nunca se da PAZ.
Siempre ambiciona algo MÁS .
Por eso será que jamáaaaas habrá esa palabra en la Tierra.
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